EL JUEGO SUCIO DE LA POLÍTICA
En el juego de la política, parecería que la clave para conquistar el poder es tener la capacidad para deformar, tergiversar, enlodar y satanizar la figura de los adversarios.
Entonces el combate político se convierte en un juego que consiste en desfigurar al contrincante hasta hacerlo insoportable.
Al parecer no entran en el debate las ideas, los programas, las propuestas que al parecer no le importan a nadie, porque el morbo ciudadano exige un circo maloliente, desagradable y de mal gusto.
Se podría pensar que en el juego electoral, NO importan las ideas ni la capacidad para debatirlas, confrontarlas, enriquecer las propuestas, para nada. La idea parece ser demostrar que el otro es el peor de la historia y funciona.
La primera vez que escuché la famosa frasecita fué en los lejanos 60s del siglo XX, el peor de la historia endilgado al hacendado Galo Plaza Lasso y durante los siguientes años, han sido una cadena interminable e insoportable de palabras hirientes para estigmatizar, desprestigiar y degradar con la intención de censurar, minimizar y ridiculizar las acciones del otro, creándole una imagen de personaje de la peor calaña, protagonizada por los aspirantes al poder, que para conquistarlo han recurrido con frecuencia a la estrategia de denunciar, al más ladrón, al delincuente más ladino, al traidor, al vende patria, al tonto, al incapaz, al títere.






