Para la 1° Feria Virtual del Libro de Angola presento:
Nzinga Mbandi Ana de Sousa reina de Ndongo y Matamba
Publicada en YouTube, en: https://youtu.be/Uo8Q_g6oJVA
En esta oportunidad conoceremos Nzinga Mbandi a quien fue la gobernante suprema del suroeste de África quien gobernó los Reinos de Ndongo (1624-1663) y Matamba (1631-1663), ubicados en el norte de Angola.

Cuando pienso en África, me gusta hacerlo como la tierra desde dónde hace 2’000.000 de años apareció la especie “homo” y donde desde hace quizá 160.000 o 200.000 años apareció el “sapiens”, es decir nosotros quienes salimos del África, de su tierra y llegamos hasta la Tierra del Fuego en Chile, poblando todo el planeta Tierra.
África, el continente donde apareció el homo (los seres humanos, quizá 4, 5 o más especies) que se extinguieron en la eurasia, todos menos el sapiens, (hasta ahora, no sé si tengamos como destino una larguísima presencia en la tierra) y curiosamente dónde floreció la esclavitud, las luchas por el poder, las supremacías, las guerras civiles.
No es posible entender a países como Angola, sin entender por qué llegaron allí los portugueses, los holandés, franceses, británicos, los españoles y tantos que interrumpieron la vida compleja, difícil, pero a la manera de los nativos africanos.
Es fundamental recordar que cuando el séptimo sultán de la casa de Osman Mehmed II tomó Constantinopla en el 1453, para terminar con el milenario Imperio Romano e interrumpir la Ruta de la Seda, esto obligó a los ibéricos a buscar otras rutas para llegar a la India, a la China, al lejano oriente, los portugueses se aventuraron por el sur del África, dónde nadie se había atrevido porque se suponía que el creciente calor que se creía agobiaba el sur, haría imposible la vida humana.
Fueron los lusos los que encontraron la ruta a las indias orientales por el Cabo de Buena Esperanza en la ahora Sudáfrica, al mismo tiempo encontraron la ribera atlántica africana, su geografía, su gente, sus recursos, el comercio de esclavos, para llevarlos al nuevo continente América a dónde habían llegado los castellanos mientras iban tras de las Indias y la China por el occidente y se toparon de manera inesperada con un continente que nadie tenía en sus presupuestos, la América.
Es en ese entorno dónde aparece la figura femenina destacada en la historia de Angola, en los anales de la resistencia del siglo XVII, Njinga Mbandi (1582-1663), el mayor símbolo de la resistencia africana a la colonización portuguesa y europea del siglo XVII. Se enfrentó con tenacidad a los portugueses en territorio angoleño.
Njinga, una mujer audaz, inteligente para hacer frente a la colonización portuguesa, y a los ataques de sus enemigos más tradicionales: los jagas, las tribus violentas de los Yaka, Suku, Teke, Luba, Kuba y Hungaan, bandas invasoras de guerreros africanos al este y sur del Reino del Congo, que merodeaban desde antes de la llegada de los europeos a los pueblos dónde atacaban en busca de recursos, comida y esclavos.
Aun así, las guerras no fueron el único espacio de lucha de Njinga Mbandi, afrontó la oposición de su misma gente por ser mujer y tener como madre a una esclava Kengela ka Nkombe concubina de su padre el rey de Ndongo, en un reino que se estructuraba en las relaciones de parentesco.
Njinga Mbandi fue bautizada en la fe católica como Ana Joaquina, gobernó el Reino de Ndongo entre 1624 y 1626 y fue la fundadora del Reino de Matamba, que gobernó desde 1631 hasta su muerte en 1663.
Cuando tenía 10 años, su padre se convirtió en rey de los Ndongo. Nzinga, no era considerada como una posible heredera al trono, no se la veía como competencia directa de los varones de la familia, por lo que el rey podía levarlo con él con libertad, sin ofender a sus herederos más probables.
Recibió entrenamiento militar y se formó como guerrera junto a su padre, era muy hábil en el manejo del hacha de guerra, el arma tradicional de los guerreros ndongo.
Lo que explica sus habilidades políticas es porque desde niña acompañó a su padre en actividades oficiales y de gobierno, en consejos legales, consejos de guerra y rituales con diferentes clanes, tribus y grupos nativos. Además, fueron los misioneros portugueses quienes le enseñaron a leer y escribir en portugués.
Fue su hermano, Kia Mbandi, quien asumió al trono de Ndongo., quien le abrió las puertas a la carrera diplomática de la reina. En plena crisis, Kia necesitaba a alguien capacitado para negociar con los portugueses y decidió pedir ayuda a su hermana quien partió hacia Luanda con la misión de negociar un acuerdo de paz con los lusitanos.
Fue recibida a lo grande, con salvas de cañón, soldados de perfil y alfombras que cubrían todo el recorrido. Pero, cuando se reunió con el gobernador, en la habitación solo había una silla que era ocupada por el gobernador, dejando algunos cojines en el suelo para ella. Dicen las crónicas que Njinga le ordenó a una esclava que se arrodillara y se sentó sobre ella, para poner su mirada a la altura de la del gobernador.
Por su audacia natural Njinga Mbandi pasó a la historia como una luchadora respetada por los portugueses, por sus dotes como estratega militar, con habilidades diplomáticas, dirigió ella misma el ejército hasta los 73 años. Su influencia era tan fuerte que Angola no sería dominada sino hasta después de su muerte, a la edad de 81 años.
Años más tarde, ya coronada reina, llevó a cabo su maniobra política más exitosa: la unión con los jagas. Para ello, tuvo que adoptar algunas de las costumbres ajenas a la cultura Ndongo, como los rituales de canibalismo, que ayudaban a mantener a los soldados entusiasmados por la batalla. Los Jagas eran belicosos, luchaban hasta el último aliento y para ellos la cobardía se castigaba con la muerte.
Con frecuencia, la historia adquiere ribetes pintorescos, por decirlo de alguna manera, cuando esta la escriben sus enemigos, de esto sabe bastante por que la ha vivido y la ha sufrido España, vista y escrita por los franceses, holandeses, británicos, en el caso de Njinga Mbandi dicen que ella se vestía de hombre y obligaba a sus innumerables amantes a vestirse de mujer.
O que habría permanecido fiel a los portugueses, como venganza por el asesinato de un hijo suyo por parte de su hermano.
Que "degollaba a sus amantes, a los hombres de su harén", tras obtener de ellos el placer sexual que ella buscaba.
La historia escrita por los lusos la definen como una mujer cruel y capaz de acabar con la vida de su propio hermano con tal de hacerse con el poder.
Su fama fue por subvertir tradiciones, probablemente una forma de reafirmar su propio poder en una sociedad que no aceptaba a una mujer como soberana
El mismísimo el Marqués de Sade escribió sobre la “supuesta” crueldad y promiscuidad de Nzinga en su obra de 1795 “Filosofía en el dormitorio”, en la que la cita a Nzinga Mbandi como un ejemplo de una mujer impulsada al mal por la pasión, al dar rienda suelta a sus delirios cargados de erotismo cruel del que hacía gala Sade.
En el 1626, los portugueses le declararon la guerra a Ndongo porque buscaban el control del mercado de esclavos y para 1628, el ejército de Njinga se había visto mermado, entonces se exilió, en busca de aliados, se casó con Kasanje, caudillo de la tribu de Ios Imbangala. Entonces utilizó esta alianza para reconstruir sus fuerzas, conquistó el Reino de Matamba entre 1631 y 1635.
En 1641, se alió con la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales , que había arrebatado la ciudad de Luanda (actual capital de Angola) a los portugueses. Entre 1641 y 1644, Njinga recuperó gran parte de Ndongo. Junto a los holandeses, derrotó a los portugueses . En 1648, los portugueses recuperaron Luanda y los holandeses abandonaron Angola. Njinga continuó luchando contra los portugueses hasta la firma de un tratado de paz en 1656.
Dicen algunas notas de su biografía (escrita por sus enemigos) en una especie de contradicción que Njinga luchó contra la esclavitud de su pueblo, pero también vendió a sus propios esclavos (prisioneros de guerra) a los portugueses. Defendió la religión de su reino, adoptó costumbres católicas y abrazó la cultura de los “jagas” para aprovechar el poder militar de estos.
En un entorno complejo y difícil por la presencia de los portugueses y los jagas, lo predecible es que fracasara en sus empeños, pero se convirtió en una de las gobernantes más importantes de la historia africana, al fin y al cabo, logró mantener la independencia de su pueblo durante todo su reinado y sigue siendo una figura central de la cultura angoleña.
Ella es parte de ese grupo de personas excepcionales que la historia la reconoce como una de las personalidades cuyas obras la convierten en una figuras preponderante de la Angola del siglo XVII. Por su capacidad para asumir posiciones de liderazgo en contextos adversos con una fortaleza física y una fortaleza mental, una inteligencia “sui generis”, un espíritu guerrero y una sagacidad, la puso en la lista de los referentes históricos angoleños.
De manera que su desempeño diplomático, político y militar es objeto de estudio e investigación en su país y en el mundo.
Los primeros escritos portugueses recogen información que dice que en el reino del Congo había la esclavitud antes del contacto luso, eran los cautivos de guerra, sobre todo del reino de Ndongo.
Como embajadora, Nzinga se puso como objetivo el de asegurar la paz entre su pueblo y los portugueses. Con este fin, prometió a los portugueses el fin de las hostilidades contrario a las decisiones del anterior rey su padre, ella, permitió la presencia de los traficantes de esclavos portugueses dentro de Ndongo,
A cambio, exigió que Portugal eliminara los fuertes construidos dentro del territorio ndongano y que no pagaría tributos a Portugal, señalando que solo los pueblos conquistados pagaban tributo y que su pueblo no había sido derrotado.
Expresó su deseo de cooperación entre los dos reinos, que podrían apoyarse mutuamente contra sus enemigos comunes en la región.
Cuando los portugueses cuestionaron su compromiso con la paz, Nzingha se ofreció a ser bautizada públicamente, lo cual hizo con aplomo en Luanda. Adoptó el nombre de Dona Anna de Sousa en honor a sus padrinos, Ana da Silva (esposa del gobernador y el gobernador Joao Correia de Sousa. Luego de esta ceremonia se acordó un tratado de paz y Nzingha regresó a Kabasa en triunfo a fines de 1622.
A pesar de su éxito en las negociaciones con los portugueses, la paz entre Ndongo y los portuguese se derrumbó.
Las relaciones entre Ndongo y Portugal se volvían más complejas. Nzinga esperaba cumplir el tratado que había firmado con los portugueses en 1621 y así recuperar las tierras ndonganas perdidas durante las guerras anteriores.
El gobernador de Sousa también deseaba evitar el conflicto, y tanto él como Nzinga ansiaban reabrir el comercio de esclavos, tan vital para la economía de la región.
De Sousa también exigió que Nzinga se convirtiera en vasalla del rey de Portugal y pagara tributos, exigencias que ella rechazó de forma tajante.
Para debilitar la administración colonial portuguesa, Nzinga les pidió a los esclavos Mbandi huir de las plantaciones portuguesas y unirse a su reino, privando así a la colonia de sus ingresos y mano de obra.
Sus acciones tuvieron éxito y muchos mbandi se unieron a ella, así fortaleció su posición y los portugueses temieran la inminencia de un levantamiento mbandi.
Guerra con los portugueses
Ante una invasión portuguesa, Nzinga reunió a su ejército y se retiró hacia el río Kwanza, donde fue derrotada y obligada ir hacia el este de Ndongo; durante la retirada, dicen, se vio obligada a abandonar a la mayoría de sus seguidores, esta decisión la benefició porque los portugueses estaban más interesados en recuperar esclavos que en perseguir a Ndongo.
En 1627, Nzinga intentó negociar con los portugueses, enviando una delegación de paz Indicó que estaba dispuesta a convertirse en vasalla del reino de Portugal y pagar tributo si apoyaban su reclamo al trono, pero se mantuvo firme en que era la legítima heredera al trono de Ndongo.
Los portugueses rechazaron la oferta, decapitando a su principal diplomático y emitiendo la contrademanda de que se retirara de la vida pública, renunciara a su reclamo al reino de Ndongo y se sometiera al reino de Portugal.
Luego de un sinnúmeros de getas militares el ejército de Nzinga se había reducido a unos 200 soldados y fue expulsada de su reino.
Conquista de Matamba
Tras su expulsión, Nzinga y sus partidarios continuaron luchando contra los portugueses. Para recuperar sus fuerzas, buscó aliados en la región, manteniendo a la vez a sus maltrechas fuerzas fuera del alcance del ejército portugués.
Durante este tiempo, Kasanje, un poderoso caudillo imbangala era enemigo tradicional de Ndongo, ofreció a Nzinga una alianza y apoyo militar, pero a cambio exigió que se casara con él.
Nzinga aceptó estos términos, se casó con Kasanje y fue introducida en la sociedad imbangala. La reina exiliada se adaptó rápidamente a la nueva cultura, adoptando muchos ritos religiosos de los imbangala. Participaba en la iniciación caníbal (beber sangre humana el juramento de sangre) Claro, no abandonó sus raíces culturales por el contrario combinó las creencias de su pueblo con las de sus nuevos aliados Imbangalan.
Ahí uno de los rasgos de la genialidad de Nzinga al combinar su herencia mbundu con la tradición militar centroafricana y la estructura de liderazgo de los imbangalanos, formando así un nuevo ejército potente. Para aumentar su número, otorgó libertad y tierras a los esclavos fugitivos, a los nuevos esclavos y títulos de propiedad a otros ndonganos exiliados.
Para 1631, había reconstruido su ejército y libraba una exitosa guerra de guerrillas contra los portugueses.
En 1631. Nzinga asumió el trono de Matamba y comenzó a colonizar la región con los Ndongans exiliados, para librar su guerra y reclamar su patria.
Con Matamba bajo su control, Nzinga trabajó extensamente para expandir el comercio de esclavos en su nuevo reino, utilizando las ganancias del comercio para financiar sus guerras y desviar los ingresos comerciales de los portugueses.
A finales de la década de 1630, Nzinga había expandido su influencia al norte y al sur de Matamba. Con sus fuerzas, aisló a otros gobernantes de la costa controlada por los portugueses, capturó partes del río Kwango y puso bajo su control las principales tierras esclavistas de la región.
Entre tanto continuó enviando propuestas de paz a los portugueses, incluso sugiriendo una alianza militar con ellos, pero solo si apoyaban su regreso a Ndongo. También se negó a ser readmitida a la fe cristiana, lo que se convirtió en un punto de discordia entre ambas partes.
Utilizó el tamaño de su ejército, su nueva riqueza y su famosa reputación, Nzinga pudo recuperar grandes partes de Ndongo de 1641 a 1644.
Mientras continuaba sus guerras contra los portugueses y sus aliados, Nzingha forjó alianzas con los reinos vecinos, así expandió su influencia incluso a medida que envejecía.
Paz con Portugal
Para 1650, los reinos de Matamba y Portugal habían estado en guerra durante casi 25 años, y ambos bandos se habían agotado. Las conversaciones de paz tentativas entre Nzingha y los portugueses comenzaron en 1651, continuaron en 1654 y culminaron en 1656.
A finales de 1656 se firmó un tratado de paz entre Nzingha y los portugueses, accedió a proporcionar asistencia militar a los portugueses y permitió la residencia de misioneros en su reino.
Tras el fin de las guerras con Portugal, Nzingha intentó reconstruir su reino, dedicó sus últimos años a establecer un reino unificado que pudiera heredar a su hermana. Sin embargo, su tierra natal, Ndongo, había sido devastada por décadas de guerra, con amplias extensiones despobladas; por ello, Nzingha centró sus esfuerzos en fortalecer Matamba.
Reubicó a antiguos esclavos en nuevas tierras y permitió que las mujeres de su campamento de guerra tuvieran hijos, algo que había estado prohibido bajo las costumbres de Imbangala en tiempos de guerra. Reformó el código legal de su reino y estableció contacto con gobernantes cristianos en Europa, con la esperanza de certificar el estatus de Matamba como reino cristiano reconocido a nivel internacional.
La paz provocó cambios sustantivos en la corte real de Nzingha. Mientras que en tiempos de guerra había adoptado la vestimenta y los modales masculinos de un caudillo imbangala, en la posguerra la corte de Nzingha se volvió más femenina; adoptó nuevas modas en la corte, importó seda y productos de Europa, puso un renovado enfoque en la educación y abolió el concubinato trabajó para aumentar el poder de la familia real en Ndongo.
En octubre de 1663, Nzinga enfermó de una infección de garganta y falleció el 17 de diciembre en Luanda.
Nzinga, una poderosa mujer que reinó durante más de treinta años, ha sido objeto de numerosas obras.
En Angola las tradiciones orales que celebran la vida de Nzinga comenzaron inmediatamente después de su muerte. Aunque sus reinos finalmente se incorporarían a la Angola Portuguesa , la conmemoración de Nzinga y sus logros persistió. A mediados del siglo XX, Nzinga se convirtió en un poderoso símbolo de la resistencia angoleña contra Portugal durante la Guerra de Independencia de Angola . El legado de Nzinga perduraría más allá de la Guerra Civil Angoleña.
Los portugueses, antiguos rivales de Nzinga, escribieron varias obras sobre su vida. La primera biografía de Nzinga fue publicada por Antonio da Gaeta (un sacerdote capuchino que vivió en su corte) en 1669. La obra de Gaeta elogiaba las habilidades diplomáticas de Nzinga y la comparaba con mujeres famosas de la antigüedad, pero señalaba que al fin persuadida por la divina providencia a aceptar el cristianismo. Antonio Cavazzi (otro capuchino que vivió en la corte de Nzinga) escribió una biografía de ella en 1689, destacando su habilidad política, pero también describiéndola como una reina que había arruinado el país. Las biografías de Nzinga escritas por Gaeta y Cavazzi se convirtieron en las principales fuentes sobre su vida.
Los cronistas portugueses escribían sobre Nzinga hasta el siglo XX, describiéndola como una oponente hábil y "salvaje" que al fin se vio obligada a someterse a Portugal y aceptar el cristianismo.
La primera obra occidental notable, no portuguesa, que menciona a Nzinga fue escrita por el jesuita francés Jean-Baptiste Labat en 1732.
Las fuentes occidentales de los siglos XVIII y XIX tendieron a centrarse en gran medida en su sexualidad, supuesto canibalismo y brutalidad. Jean-Louis Castilhon escribió una historia de su vida en 1769, la describe como cruel, mientras que Laure Junot incluyó a Nzinga como un símbolo de crueldad y lujuria en sus Memorias de mujeres célebres de todos los países, también criticó el "estado femenino" de Nzinga.
La reputación de Nzinga en Occidente se recuperó en el siglo XX. El uso de Nzinga como símbolo en la Guerra de Independencia de Angola aumentó el interés en su vida, y los autores comenzaron a adoptar un enfoque más orientado en su influencia política y militar
Hoy, se la recuerda en Angola como su madre, la negociadora y la protectora de su pueblo. Todavía se la honra en toda África como una líder y mujer destacada, por su perspicacia política y diplomática, así como por sus brillantes tácticas militares . Los relatos de su vida suelen ser idealizados, y se la considera un símbolo de la lucha contra la opresión.
Una importante calle de Luanda lleva su nombre, y en 2002 se erigió una estatua suya en Kinaxixi. Como nota curiosa, las mujeres angoleñas suelen casarse cerca de la estatua, especialmente los jueves y viernes.
En el 2014, el Banco Nacional de Reserva de Angola emitió una moneda de 20 Kwanza en homenaje a Nzingha "en reconocimiento a su papel en la defensa de la autodeterminación y la identidad cultural de su pueblo".
En el 2013 se estrenó una película angoleña, Njinga , Rainha de Angola.
Nzinga lidera la civilización congoleña en el videojuego 4X Civilization VI de 2016.
El docudrama de Netflix de 2023 African Queens: Njinga narra su vida, dramatizada a través de una recreación histórica.
En fin, una historia ejemplar, controvertida, brillante, que viene del África profunda que debemos conocer y admirar.

Muchas gracias.
Jorge Mora Varela
Publicada en YouTube, en: https://youtu.be/Uo8Q_g6oJVA
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