LA CASA DEL POBRE

A propósito de la construcción del Centro cultural y tecnológico de la ciudad de Tulcán y algunas voces de objeción.

 

LA CASA DEL POBRE

 

Debe ser muy difícil consensuar con personas pobres de espíritu, de mirada miope y de horizonte estrecho. Aquellos a los que nada les calza, ni les satisface y son expertos en encontrar justificaciones para todo y no hacer nada.

 

¿Para qué, van a construir la sala, si en la casa no hay agua?

¿Dónde pongo el carro, si no hay dónde dejarlo?

¿Por qué gastan solo en unos, cuando hay otros que no tienen?

En vez de ahorrar, se ponen a hacer de nuevo.

Es que, lo que han de querer es robar…

No va con el estilo y porque ya no existe…

Sí, pero a mí, no me gusta, y va a quedar feo…

Pero, pero, pero….

 

Qué difícil debe ser el administrar la casa del pobre. Dónde hay tantas necesidades, pero sobre todo no existe la posibilidad de lograr consensos, acuerdos mínimos comunes o planes de corto, ni mediano y peor de largo plazo y dónde cada uno cree tener la única verdad.

Me asombra el poder transformador de la China con sus 9,5 millones de kilómetros cuadrados, 1.400 millones de habitantes y su decimocuarto (XIV) plan quinquenal, que contempla sus objetivos de desarrollo a largo plazo para el año 2.035, expresado de manera sucinta en sus puntos clave:

Incrementar su potencial económico y tecnológico.

Afianzar su modelo de "doble circulación", exportar e importar.

Un país con más de veinte megaciudades de más de 10 millones de habitantes cada una, pensadas y construidas para el futuro.

Ellos se proponen, mantener las políticas de apertura con protección del medioambiente y la economía ecológica.

En el año 2021, ocupan el segundo lugar como potencia mundial y al mediano plazo será la primera potencia del mundo.

Por supuesto que la China también era un suburbio pobre, sobrepoblado, analfabeto, caótico, violento y condenado a la miseria.

No obstante, sus limitaciones, con la aplicación de sus políticas controversiales, difíciles de asimilar, con un hibrido modelo de desarrollo, capitalista hacia afuera y socialista hacia adentro, de partido único, rígido, duro e inflexible que raya en la crueldad, ha logrado resultados sorprendentes.

Si, pero todavía hay pobres, sí, pero en muchas partes los derechos humanos no se respetan, sí, pero se comen todo lo que se mueve, sí, pero hay corrupción, sí, pero la pandemia, sí, pero…

¡Si, pero avanzan! y sería bueno mirarlos en el futuro cercano, cuando sean el número 1 del planeta y sobre todo cuando hayan vencido sus propias miopías y mezquindades en aras del bienestar y el futuro cierto para sus hijos y sus generaciones futuras.

Porque si algo no cabe duda es que en algún momento soñaron, tomaron la decisión política de hacerlo, lo planificaron y lo están haciendo realidad, transformar sus problemas complejos, diversos y paralizantes para construir el futuro viable, deseable y gratificante.

Y no se encerraron en la comodidad de la oposición miope y cómoda que lo único que generara es la perpetuación en el subdesarrollo, la postergación y la pobreza. Hay que moverse e intentar hacerlo con planificación, inteligencia y con la contribución de todos los actores que quieran aportar al futuro de nuestras ciudades o del país.

 

Jorge Mora Varela.