QUÍTALE EL CELULAR A VER SI PUEDES
Esta imagen tomada de un portal web, me causa escalofríos, porque me parece que podría ser una escena que se podría repetir de forma frecuente en una diversidad de escenarios, como en un aula de clase, el comedor de una casa cualquiera, un templo, una oficina, un banco o cualquier lugar dónde entre en conflicto el poseedor/a o usuario/a de un celular y alguien que pida dejarlo a un lado.
¿Cómo lograr la atención de alguien si tiene una vía directa y prioritaria entre él/ella y su dispositivo móvil e intenta estar en una clase, reunión familiar o interacción social de cualquier tipo?
No sé si me causa gracia, desazón, pena o vergüenza ajena cuando la “autoridad”, les pide a sus alumnos, parientes o invitados que dejen por un momento el móvil y presten atención al motivo del momento y lugar:
¿Pedirlo con autoridad y en alta voz, hacer silencios largos e incómodos hasta que se cumpla la disposición, señalar con el dedo al/los/las infractores/as, o darse por vencidos y hacerse los “distraídos”?
Hay evidencia científica que indica que los sistemas educativos están en crisis por la ruptura entre los objetivos educativos y los resultados por la intromisión del intruso pilas, maravilloso y adictivo en que se ha convertido el dispositivo móvil.
Hay indicadores de que los niveles de inteligencia humana tienden a disminuir, se tiene dificultades en destrezas tan determinantes como la capacidad de entender lo que se lee, o la imposibilidad de mantener la concentración por más de 10 minutos.
Hay ruptura en la estructura familiar entendida como el conglomerado de personas que “hablan” cuando están juntos en casa, para convertirse en extraños que podrían chocar, porque deambulan con la mirada fija en el móvil.
O los adultos, profesores, curas, autoridades, adoptamos formas comunicativas parecidas al TicTok, al Only Fans, al Instagram o al Snapchat, cualquier red social o nos arriesgamos a ser agredidos como la profesora de la fotografía.
A lo mejor la niñez eterna ya nos ganó y ahora deberemos adoptar de forma permanente la figura de niños bobos, caprichosos y tiranos, en el modelo que al parecer nos han impuesto las redes sociales al mundo contemporáneo.
Un par de botones, bastan de muestra, en el Ecuador los zapatos rojos ganaron la presidencia de la república, o ahora para ir al cine debemos vestirnos de rosa.
Que HDP.
Jorge Mora Varela
Imagen tomada de Noticias Caracol,