Y AHORA ¿A QUIEN VAMOS A ELEGIR?
El término jurídico-político ecuatoriano, denominado “La muerte cruzada”, que confiere al poder ejecutivo la capacidad para auto disolverse y disolver el poder legislativo con la obligatoriedad para el órgano electoral de convocar a elecciones para renovar los poderes ejecutivo y legislativo.
Esta circunstancia política propia del “realismo mágico ecuatoriano” en el campo de lo político, nos coloca una vez más en la encrucijada de ¿y ahora, a quién vamos a elegir, en un espacio dónde el voto es obligatorio?
He leído con cierto disgusto la manida frase, debemos pensar “bien” a quien dar nuestro voto, para que no nos decepcione.
Cuando el deporte nacional es: ilusionarnos y enamorarnos de alguien, en tres meses, declarar de forma abierta y pública que nos ha decepcionado y buscamos cualquier artilugio jurídico para salir del personaje y volver al círculo vicioso de llenarnos de ilusiones, desencantarnos, botarlo con desprecio y votar a un nuevo amor que de seguro nos va a decepcionar. Clásico de la idiosincrasia de los ecuatorianos.