Pablo LeMarie

   Deseo expresar mi gratitud a la querida señora Aida LeMarie de Watson, hija de Pablo Lemarie, a la señora Sandra Watson, nieta de Pablo Lemarie y a la escritora Elenita Vásconez de Dawood, por la apertura y la generosidad para realizar esta investigación sobre unas cuantas facetas de Pablo LeMarie Baduy.

¿Cómo visualizaría Pablo LeMarie a la ciudad de Tulcán cuando en la década del 30 del siglo XX cuando creó el Teatro que lleva su nombre, un hotel de categoría y un bar con aroma de París?

Pablo LeMarie Baduy

La historia dice que al finalizar la segunda guerra mundial y cuando aparece la Organización de las Naciones Unidas 24 de octubre de 1945 en San Francisco California, en principio tenía como misión mantener la paz y la seguridad internacionales, promover la cooperación, el desarrollo económico, social, cultural y humanitario, proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales.

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En 1959, el gobierno de Egipto decidió construir la presa de Asuán, lo que generaría la inundación del valle en el que se encontraban tesoros de enorme valor arqueológico e histórico como los templos de Abu Simbel. Entonces la Unesco lanzó una campaña internacional de protección de estos tesoros en todo el mundo.

Los patrimonios de la humanidad son sitios, monumentos, conjuntos o lugares de valor universal excepcional que han sido reconocidos por la UNESCO por su importancia cultural o natural. Estos lugares son considerados parte del patrimonio común de la humanidad y merecen ser protegidos y preservados para las generaciones futuras.

En un principio se hizo un primer listado de los posibles lugares del mundo que podrían tener un valor histórico y en esa lista aparecía la Ciudad Tulcán, como un lugar para visitar y evaluar, se decía y se suponía que allí había espacios y argumentos patrimoniales que preservar.

Solo que cuando llegó la misión de la UNESCO al Ecuador al finalizar los años 70 del siglo XX, en Tulcán ya no existían los argumentos arquitectónicos a mirar y evaluar para una posible clasificación dentro del patrimonio arquitectónico o cultural, solo habían quedado un par de ellos que habían logrado sobrevivir: la joya de cipreses verdes el cementerio “Azael Franco” y  el Teatro Lemarie herencia del Pablo LeMarie Baduy, insuficientes para considerar a la ciudad del norte del Ecuador como candidata para entrar en las ciudades que podían ser parte del patrimonio cultural.

Ya nada…

La Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO incluye más de 1100 sitios culturales, naturales y mixtos en más de 160 países.

El Ecuador tiene a la Ciudad de Quito y a las islas Galápagos como patrimonios de la humanidad y la ciudad de Tulcán, apenas atesora sus dos emblemas: el Cementerio de las esculturas en verde y el viejo teatro Lemarie remodelado y preservado como un bien de la ciudad.

La pregunta que me asalta es quien fue la persona que construyó el Teatro Lemarie, ¿por qué y para qué lo hizo? Lo cierto es que en la calle 10 de Agosto, entre la Sucre y la Bolívar de la capital del Carchi, en la frontera con Colombia se levantó un teatro, un hotel de primera categoría y un Bar que se me antoja al “Café Fleur” de Paris.

La capital de la Provincia del Carchi es un puerto seco en la serranía que colinda con Colombia y que en la década de los 30 del siglo XX tendría unos 15.000 habitantes. En el siglo XXI, según la información levantada por Sistema de Información del Patrimonio Cultural Ecuatoriano (SIPCE) en la ciudad de Tulcán existen 381 bienes patrimoniales de los cuales, la mayor parte son viviendas o locales de comercio que no son ni vistosos, ni atractivos para el turismo.

¿Qué tenía Tulcán de la primera mitad del siglo XX?, ¿hacia a dónde apuntaba? ¿Por qué se invirtió en hoteles, un teatro, un bar al estilo europeo?

Fachada del Teatro Lemarie

Lo cierto es que el ciudadano de origen libanés Pablo Gabriel Lemarie Baduy, contrató a los arquitectos florentinos, italianos Bártoli y Butinone la construcción del teatro que llevaría su nombre el “Lemarie” y lo hicieron con el trabajo de un grupo de albañiles ibarreños y materiales traídos desde la ciudad de Ibarra.

La fachada de la planta baja es de piedra, la fachada superior tiene elementos figuras antropomorfas, representaciones artísticas que tienen forma o apariencia humana, parecerían ser seres humanos o deidades con atributos humanos.

La idea del conjunto arquitectónico propuesto por Lemarie para la ciudad de Tulcán podría ser traído de Francia, de Italia, del Líbano o ser una mixtura de todos y que ya se había concretado en el Teatro Bolívar de la ciudad de Quito.

¿Quién era Pablo Gabriel LeMarie Baduy?

Era uno de los siete hijos de una mujer libanesa que debió salir como una opción de vida desde el Líbano es posible que lo hiciera desde Beirut, rumbo a Francia, para salvar a su decendencia de una vida temprana al servicio del ejercito del imperio Otomano, salvarlos de una existencia efímera y dolorosa al servicio de la guerra y sin la posibilidad de vivir de acuerdo a sus orígenes con raíces de aventureros, beduinos, fenicios, comerciantes, viajeros.

En 1920, al finalizar la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones dispuso que el Líbano sea administrado por Francia tras la partición del Imperio Otomano. El Líbano pasó a formar parte oficialmente del imperio de Francia, como parte del Mandato Francés para Siria y el Líbano y fue administrado desde Beirut.

Parecería que la madre de ellos se llamaba Maryam, en árabe, Mariè en francés, María en español, pudo ir a Francia con sus hijos y serían los LeMariè.

Entonces se puede colegir que el apellido LeMarie, Lemarie es la deriva de “el hijo de María”. A finales del siglo XIX, no hay vestigios de LeMarie en el Líbano ni en Siria, el apellido nace en Francia y se expande a América durante el fin del siglo XIX y XX.

El apellido "Baduy" tiene origen árabe y se deriva de la palabra "badawī", que significa "del desierto" o se refiere a un “beduino”.

Y allí la historia comienza a tener sentido. María su madre y sus hermanos salieron de Líbano a Francia dónde tuvieron un apellido que les permitiría moverse sobre todo a occidente y luego fueron por el mundo con sus raíces, con sus genes aventureros, comerciantes, viajeros, como los beduinos del Medio Oriente que comerciaban en la ruta de la seda y el camino hacia occidente era una serie de paradas una forma de cadena con sus familiares y amigos, para comprar y vender, para llevar y traer.

Así se explica Pablo LeMarie Baduy, uno de los siete hijos de Maryam, de Mariè, de María que llegó al Ecuador y aquí fue un hombre de negocios de grata presencia física, un viajero, visionario, emprendedor, nacido entre 1879 y 1882*

Dos fuentes una de 1916 y otra de 1919 afirman que Pablo Lemarie tenía en ese momento 37 años de edad.

En un vestigio somero en la historia del Ecuador aparece el nombre de Pablo Lemarie entre los negociantes más representativos de la ciudad de Riobamba en el centro del Ecuador, hacia 1920, (tomado de la Tesis del Área de Historia de la Universidad Simón Bolívar en el Doctorado en Historia de Franklin Cepeda Astudillo y Juan Marchena Fernández).

 En 1934 en la Ciudad de Quito, obtiene su carta de naturalización en la República del Ecuador.

Nacionalización de Lemarie

En el camino en uno de sus viajes a la ciudad de Tulcán, conoce a una hermosa señorita ibarreña, Doña Enriqueta Yépez de la Torre y nada, ocurre lo que tenía que ocurrir, con el tiempo forman un hogar dónde nacen siete hijos: Pablo, Joffre, Jorge, Romeo, Jeannette, Faride Diana y Aida Saba.

La ciudad de Tulcán, le permite descubrir a Pablo la oportunidad de desarrollar su visión como negociante, encuentra en esta ciudad un lugar para construir sus sueños y para vivir y allí construye el Teatro que lleva su nombre, inicia con los hoteles de categoría y un Bar al estilo francés.

Tulcán aparece como un escenario para las grandes figuras del arte y por su escenario pasan personajes como Libertad Lamarque, Leo Marini, Los Panchos, Julio Iglesias, Sandro de América y los mejores artistas del Ecuador, Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, Ernesto Albán, Los Hermanos Miño Naranjo, el Dúo Benítez y Valencia, entre tantos y tantos y dónde hay espacio para la poesía y la declamación.

La publicidad estaba a cargo de “Los Lindojo”, Don Julio Rosero Revelo y sus hijos, cuando además aparece el cine y la edad de oro del cine mexicano, entonces colocaban en los parques de la ciudad los letreros publicitarios con la firma de Los Lindojo.

En un momento de la historia del teatro Lemarie quien manejaba el proyector de cine de procedencia alemana y luego se moderniza con proyectores de procedencia holandesa, allí aparece de forma fugaz, un vivaz muchacho de ojos verdes, “mi padre”.

Lemarie veía en Tulcán un gran escenario de negocios y por su Hotel Granada pasaron comerciantes, políticos, artistas que tenían en Tulcán una parada obligatoria.

En el comercio de ida y vuelta como es natural en las fronteras, iba para Colombia la “cebada”, que en Ecuador el bulto costaba 20 sucres y en el país vecino del norte, apenas pasaba la frontera pagaban hasta 100 sucres por bulto y cada sucre equivalía a 20 pesos colombianos.

Lemarie entendía con claridad el giro completo del negocio, la diferencia cambiaria, porque había vivido su vida entre fronteras, así lo mandaba sus raíces Libaneses que vienen de los “Fenicios” en el Mediterráneo y luego de pasar el atlántico tantas y tantas veces.

Tulcán le ofrecía una gran oportunidad comercial, entrelazada con los contactos, los visitantes, los viajeros, los artistas.

Con Pablo trabajaba un hombre tulcaneño con una viveza mental notable, decían que le bailaban los ojos, a este hombre del pueblo, que entendió el negocio que ofrecía el cambio de moneda, Don José Imbacuán y con él se consolidaron los “cambia pesos”. Imbacuán en particular desarrolla un potente imperio con el cambio de moneda que subsiste hasta nuestros días, en las manos de sus descendientes y de un ejército de tulcaneños.

Los “cambia pesos”, caracterizan a la ciudad de Tulcán y la zona de frontera, unos en sus oficinas en la calle Bolívar y la mayoría arrimados a cualquier tapial en las vías más comerciales de la capital carchense, manejan con maestría y celo los fajos de dinero en sus manos y una pequeña calculadora de bolsillo para ganar con la especulación y cambio diario del dinero, que en los tiempos de Lemarie e Imbacuán nacieron los cambistas entre los pesos de los colombianos y los sucres de los ecuatorianos y una habilidad pasmosa para multiplicar y dividir, para sumar y restar y lo hacían de memoria.

En un momento cualquiera, fiel al carácter y la manera de ser de Pablo Lemarie en su espíritu visionario y aventurero lo llevó a la costa ecuatoriana a la Hacienda Agua Blanca que es una comuna y sitio arqueológico ubicado en el Parque Nacional Machalilla, en la provincia de Manabí, Ecuador, que se encuentra a 12 km al norte de Puerto López, en la vía a la costa. En este lugar “Agua Blanca” se encontraron ruinas precolombinas de la cultura Manteña, especialmente las del señorío Salángome que dataría de hace unos cinco mil años de antigüedad y por su laguna termal de azufre. En su momento Lemarie donó la propiedad a la comunidad manabita de la región y en el siglo XXI, la comunidad forma parte de los Pueblos Mágicos de Ecuador.

Al final Pablo Lemarie, se establece en la ciudad de Quito y es el propulsor del Hotel Savoy que tiene más de cien años de historia relevante y significativa en la historia de la Ciudad Quito y del Ecuador.

Don Pablo Lemarie Baduy muere en el año de 1966.

Luego de la partida de Lemarie de la ciudad de Tulcán y con la llegada de la modernidad, la ciudad de frontera cambia de orientación y de carácter, se destruye su patrimonio histórico y se convierte en un dinámico punto de comercio entre Ecuador y Colombia, pero en otras condiciones.

Desaparecieron los edificios emblemáticos del parque principal, el hemiciclo de la biblioteca municipal, el cuartel del parque Ayora con sus atalayas, sus portales, balcones, la casa de las dos calles, las casas de tejados y tapiales, para dar paso al cemento, al cubismo y los hierros en la terraza, para levantar pisos a futuro, antiestéticos, pero pragmáticos.

La ciudad solo se preocupo de preservar su cementerio “Azael Franco” y el Teatro Lemarie entró en un grado tal de deterioro, que, convertido en un antro de mala muerte, estuvo a punto de desaparecer a finales del siglo XX.

Hasta que llegó la acertada decisión de rehabilitarlo por la intervención municipal y del Instituto de Patrimonio del Ecuador.

Entonces volvió a la vida la obra y ojalá el sueño que tuvo para Tulcán, Pablo Lemarie Baduy en la década del 30 del siglo XX.

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Jorge Mora Varela

 

Fuentes de información:

Fachada del Teatro Lemarie, tomada de: Blog_Bayardo-Ulloauasb.edu.ec

El Hotel Savoy de Helena Vásconez de Dawood