Escritor Jorge Mora Varela de Ecuador.

Los Moais entre la fascinación, el misterio y la leyenda

Para la 2° FERIA VIRTUAL INTERNACIONAL DEL LIBRO CAPÍTULO CHILE

Los Moais entre la fascinación, el misterio y la leyenda

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Me gustan las obras humanas que rompen con los límites de mi imaginación y entre ellas aún me sobrecoge, por ejemplo: el tamaño de las columnas y los techos increíbles de las construcciones antiguas como las egipcias de la mítica ciudad de Tebas o las de la Roma de los emperadores o las de la Atenas de Pericles.

¿Cómo debían pensar quienes imaginaron, decidieron y de hecho construyeron las pirámides en el Sahara a orillas del Nilo hace más de cinco mil años?

¿Cómo debían pensar quienes visualizaron, decidieron y de hecho construyeron los monolitos humanoides en el Pacífico, en medio de la nada en lo que ellos llamaban "el pupo del mundo", “Te pito o Te henua”, los Moais?

moais

¿Cómo llegaron estas personas a esta pequeña isla de 163.6 km2 en medio del océano Pacífico, cómo sobrevivieron, alcanzaron el esplendor y desaparecieron esa civilización que parece venir de la nada y haber desaparecido de la nada?

¿Cómo y por qué hicieron esos monolitos gigantes de toba (la roca volcánica) y como las movilizaron?

¿De dónde vinieron y cómo llegaron allí?

Aparte, una pregunta que me descoloca y me molesta ¿por qué el mundo y los chilenos tardaron casi tres siglos desde su descubrimiento para el mundo occidental en 1722. para caer en cuenta de su valor arqueológico, etnológico, artístico, turístico?

La misma desaparición de los habitantes del ombligo del mundo”, los constructores de los moais al igual que los “Mayas”, desaparecieron, al parecer de manera súbita e inesperada dejaron a medio hacer sus monolitos, soltaron sus herramientas y de la noche a la mañana y desaparecieron.

Lo más curioso es que los descendientes de los rapa nui de ahora, son gente sin memoria histórica ni verbal ni escrita.

Todo entra en el plano de la imaginación de los supuestos apoyados en las evidencias que encuentran las ciencias. Al parecer los primeros habitantes humanos llegaron desde la Polinesia en el Siglo VI al mando de ¿su líder?, ¿su rey?, “Otuma tua”, se cree que salieron de las Islas Marquesas en la Polinesia Francesa ubicadas a 3662 kilómetros de mar, una distancia tan grande que lo que, en vuelo de avión demora 23 horas.

Ellos llegaron quizá guiándose por las estrellas del cielo, en canoas dobles y al centro en una especie de plataforma dónde llevaban animales, herramientas. Y llegaron a una isla verde, boscosa y ´plena de palmeras gigantes, con una flora y fauna espectacular, los vestigios dicen que hasta el hoy extinto pájaro “Dodo” estaba allí.

Su imaginario les habría hecho creer que una vez allí en el mar alguna vez había llegado un gigante que golpeaba las islas y las hundía y que su isla el “Te pito o Te henua”,  al ser golpeada por el puño del gigante no la pudo hundir, entonces allí debían morar.

El mito dice que ellos creían ser descendientes de los dioses y que tenían el “Maná”, una forma de energía espiritual que les permitía sobrevivir hasta después de muertos.

Pero, ¿por qué hacer los Moais?, estas figuras gigantes de piedra con cabezas enormes y una prominente nariz con una altitud de 10 m y 80 toneladas de peso y que algunos llevaban o llevan el pocao (un sombrero de piedra) de un material diferente al cuerpo y debía ser subido al monolito de alguna manera.

Estas figuras que en la lengua de ellos “Moai aringa” querría decir el rostro vivo de sus ancestros y que miran hacia adentro de la isla y que al parecer al ponerle los ojos de coral blanco y el iris negro empezaba a funcionar el maná, el poder espiritual les daba la sabiduría para sobrevivir, para crecer, para encontrar agua dulce y alimento y las investigaciones arqueológicas parecerían indicar que la mirada de los Moais indicaría dónde había agua dulce, para garantizar la fertilidad de la tierra.

¿A quiénes representaban? No se sabe

¿A Mandatarios, a dioses, a ancestros? No se sabe.

¿Por qué se colocaron los monolitos con la mirada hacia adentro de la isla? No se sabe

Al parecer “Otuma tua”,  y sus descendientes solo idearon una manera de recordar y conectar con sus antepasados con unas figuras de piedra que se tallaba minas de toba que se encontraban en las laderas del volcán en el cerro “Rano Raracu”, en el extremo este de la isla, y se hacían como los obeliscos en el antiguo Egipto, en la mina dónde se los tallaba y luego se los ponía de pie y se “los hacía caminar”.

Se piensa que con la tecnología y las herramientas rudimentarias de estas personas se demoraría hasta dos años en esculpir los moais más grandes.

Pero ¿Cómo los llevaban? Hasta el lugar dónde serían colocados, cómo desplazarlos a más de 20 km de distancia.

De acuerdo a algún vestigio de la oralidad que rayaba en el mito del lugar que hablaba que los moais caminaban, es posible que los talladores podían ponerlos de pie y balancearlos con cuerdas y lograban movilizarlos en una forma similar a como si los monolitos caminasen a su destino final

Así lo relatan las canciones que cuentan que los moais caminaban sin piernas.

Lo curioso es que un día dejaron de fabricarlos, dejaron algo más de 300 monolitos inconclusos recostados sobre sus cunas, abandonaron sus herramientas, destruyeron otros tantos y se marcharon de la mina, del “Rano Raracu”.

La isla hasta el siglo XV vivió una época de esplendor, floreció la agricultura junto a los MOAIS y no faltaban las fuentes acuíferas, sin embargo, la tala de árboles fue intensa y la demanda en la fabricación de moais, llevó al límite de los recursos hasta agotar la madera y ya no se podía generar fuego.

La población con sus costumbres y su manera de vivir habrían provocado una alteración grave el ecosistema llevándolo al límite alteraron su hábitat, en algún momento no había agua, no había alimentos, ya no había árboles se había producido un ecocidio (Destrucción del medio ambiente, en especial de forma intencional o no).

Entonces los habitantes del ombligo del mundo se encontraron en el límite de la supervivencia y allí empezaron los conflictos, se atacaban los unos a los otros, a las mujeres a los niños y dañaron los moais, hay vestigios de ello del conflicto por hambre entre los grupos humanos.

Entonces tal vez entre el siglo XVI y XVII. construyeron armas en lugar de herramientas, la lucha por la supervivencia se hacía imperativa, aparecieron los instintos primitivos de matar o morir, la ira, la venganza, entonces se atacaron a los mismísimos moais, los dañaron, los rompieron, los tiraron al suelo.

En la isla se han encontrado estatuillas donde se ven personas con ojeras, grandes barrigas signos de la desnutrición y se encontraron huesos humanos en cuevas donde se refugiaban y se podría concluir que se comían los unos a los otros, el hambre y la desesperación al parecer los llevó al canibalismo, escaseaba la proteína.

Entonces había llegado el momento de cambiar el modo de pensar y fruto de la escasez y el hambre nace la necesidad de elegir el Tangara Mar, en el culto al hombre pájaro porque en un momento del año llegaban los pájaros migratorios, entonces, se trataba de esperar la llegada del Manutara, o ave de la suerte, el cual regularmente anida en estos islotes y quién obtuviera el primer huevo, convertía en Tangata-manu a su amo.

En el cada año cuando arribaban las aves al inicio de la primavera, los líderes tribales para elegir a un único líder y pacificar la isla, los candidatos a ser el rey por un año debía saltar del acantilado desde el orongo, el acantilado rocoso de unos 120 metros de alto y debían nadar a una distancia dónde estaba el islote Moto Mui, atravesar el mar embravecido e infestado de tiburones tomar el huevo del ave de la suerte, del Manutara sujetarlo en la cabeza y sin que el huevo se rompiera llevarlo a la isla y quien lo lograba gobernaba por un año, y así se logró calmar, a los habitantes que encontraron en las aves una manera de alimentarse y sobrevivir.

Hay tanto misterio en este lugar remoto que se creería que no solo “Otuma tua”,  llegó al “ombligo del mundo” desde el Este, una leyenda que aún no alcanza la categoría de teoría dice que el mismísimo Inca Tupac Yupanqui, hijo y sucesor del inca Pachacuti, padre de Huayna Capac y abuelo de Altahualpa y Huscar, podría haber llegado al Rapa Nui, desde la Isla Puná que está en el Golfo de Guayaquil del hoy Ecuador, al menos así dice la leyenda.

Al parecer Tupac Yupanqui en sus correrías como inca del Tanguantinsuyo, al visitar el norte de su imperio y encontrándose en la Isla Puná en el golfo de Guayaquil, Ecuador, escucho de unas tierras habitadas a lo lejos en el océano y él con un grupo de 20.000 acompañantes habría emprendido un viaje por mar hacia el Oeste y pudo llegar la Rapa Nui, al parecer él dejó huellas de su presencia, con vestigios de cerámica y en construcciones de muros con la tecnología que se puede ver en el “Cori Cancha” del Cuzco.

Aunque, no hay huellas incaicas en el ADN de los isleños, pero lo curioso es que en un poblado cerca de Cartagena de Indias en Colombia, cerca de la costa Caribe colombiana existen rastros del ADN polinesio en un grupo poblacional, lo que indicaría que los conquistadores del Rapa Nui también en algún momento de la historia perdida llegaron también a la América.

El 05 de abril día de Pascua de 1722, el navegante holandés Jakob Roggeveen al mando de 3 navíos 30 hombres había dejado las costas de Chile, luego de 8 meses de navegación descubrió una isla desierta, con monolitos de piedra al cual llamó Isla de Pascua, cuando llegaron los europeos la isla estaba casi desierta y sin árboles.

En 1782 el español Gonzales de Aedo cartografió la isla y destacó los grabados que se tenían los moais.

La población de la isla llegó cuasi a su extinción, como efecto de la esclavitud a la que fueron sometidos por los esclavistas afincados en el Perú, además de la muerte por viruela traída por los europeos, hasta que la iglesia católica que impidió la esclavitud y atendieron la salud de los isleños apenas sobrevivieron 101 personas de las cuales solo 12 eran hombres adultos.

La isla de Pascua el Rapa Nui pasó a ser parte de Chile en 1887, el encargado de iniciar el proceso de anexión fue el capitán de la Armada de Chile Policarpo Toro, quien el 9 de septiembre de 1888 firmó el acuerdo de voluntades, en el cual el representante local Atamu Tekena, cabeza del Consejo de Jefes Rapanui cede la soberanía de la isla al Estado de Chile, representado por Policarpo Toro.

Los ancianos rapanui ceden la soberanía, sin renunciar a la propiedad de su tierras, a la vigencia de su cultura y tradiciones y en igualdad de condiciones. Los rapanui nada vendieron, ellos se integraron en igualdad de condiciones a Chile.

Se redactó el documento en castellano y otro en rapanui mezclado con tahitiano. El texto en castellano habla de cesión de soberanía a Chile, sin embargo, para los jefes isleños no se hace alusión a la propiedad de la tierra, ellos hablan del “mau te hoa kona” (traducido como que los chilenos quedaban como amigos del lugar. En fin...

Chile se anexionó la isla y le vendió la explotación de la isla a la compañía británica Willamson, Balfour & Co. que conformaron la Compañía Explotadora de Isla de Pascua, cuya actividad principal era la producción de lana en una gran hacienda ovejera, porque fracasó la colonización propuesta por los chilenos.

De esos obscuros tiempos los navegantes/piratas ingleses se llevaron el moai más grande y hoy se exhibe en el museo de Londres.

Sin embargo, fue la arqueóloga y etnóloga británica Katherine Maria Routledge (1866-1935), quien inició la catalogación de sitios arqueológicos y objetos en la isla de Pascua, bajo su dirección se llevaron a cabo excavaciones por primera vez entre 1914 y 1915, así como por sus registros de tradiciones orales de los habitantes de la isla.

El equipo desenterró más de 20 estatuas gigantes conocidas como "Moai" y las catalogó por primera vez, junto con los "Ahus", las plataformas de piedra sobre las cuales originalmente se colocaron. De particular interés científico fueron sus registros de los tatuajes de los nativos más antiguos (de la colonia de leprosos), que se encontraron grabados en la parte posterior de los Moais desenterrados, porque los tatuajes se habían prohibido por los misioneros a partir de 1860, y, por lo tanto, no estaban disponibles para los investigadores posteriores.

Ella vistió el volcán "Rano Raraku" y contabilizó 394 MOAIS en proceso de construcción que nunca le terminaron de elaborar.

Esta historia y todo el misterio de los moais del Rapa Nui el mito de Tupac Yupanki en el Pacífico, intrigaron al aventurero noruego Thor Heyerdahl y en 1947 organizó la aventura de la Kon Tiki, que consistía en que el explorador noruego emprendió el 28 de abril de ese año una arriesgada aventura que pretendía llegar a la Polinesia desde Perú  como lo habrían hecho los incas en el siglo XV, en una balsa de madera a la que bautizó como Kon Tiki, la travesía se cumplió con éxito en agosto de ese mismo año.

El 28 de abril de 1947, a bordo de una balsa, la famosa Kon Tiki, Thor Heyerdahl partió del puerto peruano de El Callao rumbo a los mares del Sur en compañía de cinco tripulantes y un loro.

Varios expertos afirmaron que la balsa –construida con nueve troncos de 13,7 m de largo y 60 cm de diámetro, unidos entre sí con lazos de cáñamo, y con otros troncos unidos transversalmente de 5,5 m de longitud y 30 cm de diámetro– se desintegraría antes de llegar a su destino.

Tras 101 días de navegación, Heyerdhal y su equipo, a bordo de la Kon Tiki, llegaron a la Polinesia el 7 de agosto de 1947, él demostró que si era posible llegar desde las costas del occidente americano en el Pacífico. Su aventura se llevó al cine u ganó un Oscar.

A inicios de 1964 se produjo un nuevo levantamiento nativo, liderado por Alfonso Rapu, profesor de la escuela de la isla, para denunciar los abusos cometidos por los gobernadores marítimos, para oponerse a la prohibición de hablar la lengua originaria, exigir libertad de movimiento, servicios públicos.

Lugo de más de un siglo de abusos y negación de ningún derecho a los nativos, por fin en 1966, Rapa Nui volvió al Estado chileno tras el término del arrendamiento a los ingleses, y, desde entonces, el desarrollo del turismo y la revaloración de su patrimonio arqueológico, han marcado una nueva relación entre sus habitantes y el Estado chileno.

Y un paso definitivo se dio cuando en 1995 la UNESCO declaro a la Isla Rapa Nui, Isla de Pascua fue declarada como Patrimonio de la humanidad.

Las políticas publicas y el compromiso de la humanidad para conservar sus tesoros pudieron salvar a los MOAI de desaparecer como lo hicieron sus primeros habitantes que llegaron de la Polinesia en los siglos VI y VII.

Para felicidad de los poquísimos habitantes originarios sobrevivientes y para felicidad de quienes amamos la historia de los pueblos capaces de hacer cosas sorprendentes, como llenar una pequeña Isla en medio del inmenso océano, de monolitos gigantes, con sombrero de piedra y con la mirada al interno de la misma quizá con la mirada al infinito, con la esperanza de descubrir que había vida fuera del “pupo del mundo” o quizá para proteger a los mismos talladores que los liberaron de las minas de toba en la montaña el "Rano Raraku" que los había tenido prisioneros desde la primera eternidad.

 

Jorge Mora Varela

 Imagen tomada de: National Geographic