La sensación que tengo del Ecuador, desde que asumió el mandato el presidente Lénin Moreno, es la misma que sienten los hinchas del equipo de futbol profesional, cuando afirman “EL EQUIPO NO ESTÁ JUGANDO A NADA”
PRESIDENTE MORENO ¿A DÓNDE VA EL ECUADOR?

Mientras en el Ecuador debate con pasión y con estilo circense, una serie de asuntos menores, me ha llamado la atención un par de personajes de la historia de los siglos XVII y XVIII.
El primero, Jean Baptiste Colvert, ministro de las finanzas del Rey Sol Luis XIV de Francia (1665-1683), que hace más de 300 años:
Implementó con éxito para los intereses de su país, la política de comprar productos básicos a bajo costo y producir productos exquisitos para la exportación, con la fama que perdura en el tiempo, por los atractivos niveles de venta a nivel mundial, el de ser los mejores y carísimos, que nacieron para sostener el costo del absolutismo monárquico del momento.
El segundo, el diplomático, economista, periodista, político, abogado y militar argentino Manuel Belgrano en el año 1795, hace más de 200 años proponía por ejemplo:
Que las tierras que no están siendo explotadas deben ser entregadas a quien desee trabajarlas y debe tener el apoyo del estado.
Sugería que su país no debería exportar materias primas, sino que debe hacerlo después de transformarla, sostenía que quien exporta su producción primaria, provoca altos niveles de desocupación local y por el contrario se genera trabajo y riqueza en los países que las compran. Hace más de dos siglos les decía a los argentinos: ¡No exportemos cueros, exportemos zapatos!
Reconocía al docente como el funcionario más importante del estado y sostenía que es quien debería tener el mejor salario del estado.




