LA MAFALDA Y YO.
Yo vengo de los tiempos de Mafalda, de Serrat, de Cabral, de Cortés, de Charly García y tantos otros, con los que aprendí a pensar y a amar la vida, a asumir la finitud de la existencia, a admirar la poesía, a buscar los libros que solo los podían entender unos cuantos; esos que permitían identificar las injusticias y las agresiones que se ocultaban tras de los muros de las mismas casas, los cuarteles, las escuelas y los templos, que se guardaban con tal celo que jamás se debían develar, analizar, denunciar o excluir.
La contracultura de los años 60 del siglo XX inventó otros lenguajes con los que se podía descubrir al mundo y llegar a los jóvenes; que tenían un poder nuevo, irresistible, penetrante y transformador, que venía en forma de caricatura, de canciones, de narrativa, de poesía.