EL ECUADOR Y SUS GOBERNANTES

¡Qué tiempos aquellos!,

cuando existía sólo un tonto en cada pueblo.

 

EL ECUADOR Y SUS GOBERNANTES

 

Es difícil mantener la esperanza cuando entra en tela de duda la inteligencia, la capacidad y la preparación de quienes nos gobiernan, no importa en qué poder del estado estén ubicados.

Parecería que grupos de personas cada vez más grandes, mayoritarias y dominantes, que en este caso nos gobiernan desde el ejecutivo, el legislativo, y las demás “autoridades” de menor rango, leen con dificultad, sin capacidad para entender lo que balbucean, sin profundidad histórica, sin rigor en ningún sentido, sin capacidad de reflexión, ni de hacer análisis, ni síntesis, peor aún, imposible pedirles hacer correlaciones o la simple y fundamental prioridad ciudadana, la de conocer, entender y obedecer la ley.

Al mejor estilo de los que se quedaron en la cueva en la alegoría de la caverna de Platón, solo saben y solo creen lo que se les permite ver.

Parecerían un ejército de personas a las cuales a través del voto ciudadano de les dio un poder demasiado grande para sus posibilidades a un conjunto de personajes superficiales, impresionables, acomplejados, temerosos, fanáticos, ignorantes, manipulables, obcecados, miopes, útiles o inútiles, manejables, corruptibles, corruptores, avivatos, vivísimos, inconscientes, indolentes o torpes, a los que la ciudadanía les entregó la autoridad para gobernar, dirigir, liderar, legislar, vigilar o conducir al país.

La incomodidad y la imposibilidad de entender sus discursos, las ideas y sus imprescindibles concatenaciones y coherencia, la forma de expresarse, la dificultad para leer unas cuantas frases que alguien les dio para que a duras penas las lea quien ostenta el título de autoridad, me hace pensar que la democracia al menos en mi país es una farsa y lo más frustrante es que NO tengo ninguna idea de cómo reemplazarla.

Así que solo queda resignarse al circo de incapaces a los cuales les hemos dado la autoridad para gobernar, aunque en ello el país se vaya con frecuencia a la mierda.

 

Jorge Mora Varela