ROSA MATILDE Y EL PUESTO DE LOS DULCES.
Por: Ramiro Cabrera Revelo
Matico le dicen sus amigos en el Mercado Central de Tulcán, ella tiene los sabores que conserva en la memoria y en las recetas antiguas con las que endulza la vida de nuestra ciudad. Matico cocina en las noches los postres que vende en el día, junta la calabaza con el dulce de panela, con la canela, el clavo de olor y la pimienta dulce y lo pone en una cazuela, junto al dulce de higo, al de mora, al de uvilla, al de leche, al de guayaba y al de babaco, como haciendo un escenario para que un pintor se enamore. No se olvida de fabricar las cuajadas y quesos porque éstos son el complemento de las maravillas que ofrece.
En su puesto del mercado, hay que verla como juega, me parece que creció entre las cacerolas que usaba de niña imaginándose los mundos de sabores que de grande prepararía. Le digo: Matico, cuénteme quién le enseñó a hacer estos dulces y estas cuajadas. Y yo que creo estar preparado para entender cómo se atan los eslabones en la memoria, me sorprendo cuando la veo como a una flor en su rosal:
Cincuenta y seis años tiene la señora y desde hace 25 años vende en el lugar desde cuando aún no era restaurado y declarado Patrimonio Cultural de la Nación. Viene del barrio de Taques que fue el primer asiento de nuestra ciudad antes que vengan los españoles cuando aún éramos libres de venerar a la naturaleza, de lanzarles besos a los cerros y cantarles a las lagunas.