Durante los tiempos críticos de la Segunda Guerra Mundial, el Congreso del Reino Unido le propuso al controvertido político Británico Winston Churchill, destinar el presupuesto de la cultura al presupuesto de la guerra. Este se negó, porque sabía que su pueblo se debilitaría, si no sabía por qué lucha o por qué se esfuerza y se sacrifica.
EL VALOR DE LA CULTURA
Coincido con el amigo tulcaneño Berlen Mora, quien comentó en redes sociales “Disfrutar otras culturas, como una manera de concienciar nuestra cultura” y comparto de manera absoluta este criterio.
Una condición básica para mirar a los otros, es eliminar de cualquier razonamiento las palabras “bueno o malo”, “mejor o peor”, “más o menos”
Es un ejercicio interesante, enriquecedor y en ocasiones sorprendente, mirar los modos y maneras como viven otros pueblos, cargados con sus propias historias, producto de la dinámica del mundo en hechos con frecuencia circunstanciales que los marcaron y estos a su vez modificaron de manera definitiva la vida de otros pueblos cercanos o tan lejanos que parecería imposible que pudiesen influir y determinar la vida de otros pueblos lejanos.
Las evidencias científicas dicen que los pueblos de la Mesopotamia, de la Anatolia, del Nilo, de la Judea, del mundo Greco o del Imperio Romano, construyeron los cimientos del mundo occidental del cual los americanos somos parte, porque al nuevo mundo llegaron los españoles y con ellos arribó todo un constructo socio cultural, construido en miles de años, que manifiesta y se manifestará en la cultura pasada, presente y futura.