SE DEBERÍA MORIR A TIEMPO
Una de las cosas que más recuerdo, porque me gustaba y porque le dieron alas a mi mente en los años de mi infancia en la Ciudad de Tulcán de mediados del siglo XX era la radio de mi padre, un hermoso aparato, con las emisoras de AM y sobre todo con las de onda corta, estos sonidos un tanto esquivos y lejanos tenían el poder de poner al todo el planeta al alcance de mi mano, desde mi infancia sabía que existía un mundo que algún día debía conocer.
De entre la multitud de señales difusas de radio llegaba una que me cautivaba en particular, “Radio Quito”, la voz de la capital y con ella la emoción del fútbol en la voz de los inolvidables Pancho Moreno, acompañado por los comentarios de Blasco Moscoso Cuesta.
Moreno con su narración podía dibujar en mi mente las más extraordinarias imágenes de la fantasía futbolística que rayaban entre lo heroico en medio de acrobacias nunca vistas, hermosas, inolvidables digna de los cincuenta mil espectadores que abarrotaban el “Olímpico Atahualpa” del Batán.






