El León y la Cebra

El León y la Cebra

LeonCebra

Había una vez un león y una cebra que luchaban para saber quién tenía que ser el rey de la selva.

Se formó un jurado para decidir y nombraron al mono como el juez.

El juez mando a llamar a todos los animales de la selva incluidos el león y la cebra, porque iba a hacer un juicio.

EL PÁRAMO

El páramo

El viento caminante sereno traza la ruta que baja desde la montaña, el frio trenzado de su aliento corta cada molécula de calor, ellos marcan su territorio en las faldas del cerro, los dos se mueven cual danza divina entre los altos y milenarios “frailes”. Sí, esos monjes sigilosos guardianes de las alturas, del lugar en donde se está más cerca de Dios. Sí, no hay más, tuvo que ser él quien los engendró en esta tierra agudamente oscura, olor de azufre, fuego en sus entrañas, hielo en su envoltura.

Sí, un ejército de frailejones, acampa erguido e inmutable, contemplan discretos a los pocos caminantes que se acercan. Se saben respetados, se agrupan como tribus, los más jóvenes centenarios quizá, sostienen a los viejos que confiadamente se arriman a las nuevas generaciones que les ayudaran a morir de pie. Sus hojas singularmente verdes plateadas, hechiceras de venados, liebres, zorros, osos, se dejan contemplar lejanas, inaccesibles al humano, ellas cual minas de agua, son hembras que saben su valía.

COLORIDO Y CARDO

Colorido y Cardo

 

Autor: Mateo Jiménez
U. E. F. Hermano Miguel “La Salle”
Curso: 8vo Paralelo: “C"

Me llamo Cardo, mis amigos me llaman PEZ PARDO, creo que es porque rima con mi nombre, tengo cinco años; vivo en la ciudad, bueno ahora todo es cuidad. Cuando tenía tres años sí había árboles, pasto; pasto en los parques, bosques… Ahora, desde la terraza de mi casa sólo veo una nube gris que cubre a la cuidad y no es una tormenta, es el humo de las fábricas.

Hace tres años nos mudamos a Penci y a mi alrededor había muchos árboles de muchos colores que daban frutas y las aves se alimentaban de sus flores, mi favorito era el colibrí.

Bueno, ehhh… ya estoy acostumbrado al aire contaminado, pero quiero volver a respirar ese oxígeno puro; tengo un amigo, se llama Colorido, es muy divertido, es mi mejor amigo, pero ahora está un poco enfermo; es que el aire contaminado no le hace bien y no puede pasear la ciudad como lo hacía antes, aunque, hace mucho tiempo que no lo veo.

Tengo un sueño y es hacer un plan para poner árboles, pasto en la ciudad y poder respirar aire puro otra vez, para que Colorido, yo, mi familia y el mundo estemos sanos. ¿Saben qué? lo voy a hacer y cuando esté listo lo presentaré al presidente para que me ayude. Espero que Colorido regrese para contárselo y que me ayude; él me dirá que hace falta, como él puede volar, jajaja no les conté, pero… Colorido es un colibrí, me olvide de decírselos ¿cierto? perdón.

EL DOLOR DE LA PACHAMAMA

 El dolor de la Pachamama.

 

Por: Srta. Cassiel Moreno, estudiante de 8vo. Año de la U.E.F. La Salle Tulcán.

 

En este relato la Pachamama se hace presente con su agonía constante por nuestra irresponsabilidad, ella nos narra su dolor causado por la gran cantidad de deforestaciones, la contaminación de los ríos, la caza de animales en peligro de extinción, etc.

La Madre Tierra nos regala su bendición, sus bosques, sus montañas y las bellas criaturas que en ella habitan, más por la avaricia y los malos sentimientos del hombre ahora sufre; sufre cada que se tala indiscriminadamente un bosque, cuando queman sus paisajes y cuando matan a sus hijos por diversión, no puede hablar con nosotros ya que no la entendemos, más manda señales del mal que le hacemos.

Su eterna agonía expresa con sus lágrimas, que producen deslaves de tierra, grita en forma de calor abrazante, mas no puede hacer nada porque no habla, ella agoniza en silencio, llorando en su dolor intenso.

Más una pequeña niña de tan solo 12 años, la escucha, cada sollozo, cada grito, ella la escucha claramente en su cabeza y solo piensa, quisiese ayudarla…

Esta niña, es pelirroja de pecas y de una personalidad alegre y muy social.

ESCAPARATE

ESCAPARATE

La tarde es fría y la llovizna no ha dejado de caer desde las once de la mañana, Juana se sienta en su viejo sillón café de madera, el tapiz de flores desgastado y raído ha perdido el acolchado. Ahí posa sus ciento sesenta libras, se acomoda junto al escaparate caoba, en donde guarda los recuerdos importantes, de los eventos sociales a los que ha asistido. Un mueble largo, alto y redondo con puertas de cristal, es el guardián de miles de figuras de toda índole, sus tres pisos contienen los detalles de tantas conmemoraciones: bautizos, primeras comuniones, aniversarios, misas de difuntos, bodas de plata, de oro

En la parte superior formados en circulo cual ronda infantil, están los libros de oraciones, proverbios chinos, cofres con rosarios, llaveros en forma de cuadernos con fotos de los homenajeados, crucifijos, estampas de vírgenes, santos y figuras de divinos niños.

Abajo reposan zapatos diminutos de cerámica vidriada, flores de tela, floreros de loza, cofres de madera, pequeñas cajas musicales, broches de metal oxidado, chambras diminutas tejidas en perlé, juegos de té bordados con hilo dorado, cuchillería diminuta de plata.

En la parte inferior descansan los detalles más grandes, ramos de novia, azahares, zapatillas de quinceañera, canastas de sortijas, peinetas adornadas, copas de bacará decoradas con encaje, ajiceras, bomboneras, todo cubierto por una capa espesa e imperceptible de polvo que con el paso de las décadas se ha adherido a los objetos hasta ser parte de ellos.