Los que LEEN están condenados a creer en lo que quieren que creas los que escriben

Dice el “meme” popular que suele circular por las redes sociales:

“Quien NO LEE, está condenado a creer en lo que digan los demás”

y yo afirmo que:

Jorge Los que leen 

“Los que LEEN están condenados a creer en lo que quieren que creas los que escriben”

El antropólogo y escritor mexicano Francisco Gil White sostiene entre sus argumentos que la realidad o la verdad es creada en las escuelas, colegios, universidades y en los medios de comunicación, donde se construye lo que las personas deben conocer y en lo que deben creer.

Es más, quien maneja el sistema educativo y los medios masivos, también deciden lo que las personas NO deben conocer para ignorar o para olvidar y eso se logra cuando, por ejemplo: si las universidades y/o los medios dejan de tocar un tema (y sus personajes) en dos o tres años nadie se acuerda o conoce lo que sucedió.

Si algo se olvidó o no se conoce, sale de la conciencia histórica de las personas (no lo han leído y/o no lo han escuchado), por lo tanto, no aprenden y para ellos, lo que ignoran NO ha sucedido.

Si no se lo dice, es como si no hubiese sucedido.

Así se construyen las narrativas imperantes, así se construye el “conocimiento general” de cada época de cada lugar.

¿Qué sabemos?: lo que aprendemos en la escuela, el colegio o en la universidad, o lo que repiten los medios de comunicación, y nadie lo duda, todos lo damos, por cierto.

¿En qué creemos?: lo que aprendemos en la escuela, el colegio o en la universidad, o lo que repiten los medios de comunicación, y nadie lo duda, todos lo damos, por cierto.

No sé si prefiero ser manipulado por lo que dicen los demás o por lo que aprendí en la escuela, colegio o universidad o por lo que afirman los medios de comunicación.

No sé si creer en los terraplanistas, o en los que creen que la tierra es una esfera que flota en el vacío, o en los creyentes, o en los ateos.

En los profesores que insistían en cercar mis investigaciones a un pool de autores que sostenían sus propias creencias y satanizaban a los autores fuera de la cuerda de sus seguridades, en los post doctores, en los gurús, en el señor obispo o en la sagrada palabra del Papa de turno que es infalible por dogma y por decreto.

No se creer en el genocidio de América cuando llegaron los castellanos en el siglo XVI, no se si creer en el genocidio de Netanyahu contra el pueblo palestino en el siglo XXI, no sé si creer en el Big Bang, o no sé si creer en la vida eterna después de la muerte.

 

Jorge Mora Varela