JÓVENES HIDROPÓNICOS

JÓVENES HIDROPÓNICOS

Uno de los fenómenos más dolorosos que he visto crecer en el transcurso de mi vida profesional transcurrida cerca de los jóvenes es ser testigo de su sistemática precarización laboral, entendida como la inseguridad, incertidumbre y la falta de garantías básicas en sus condiciones socioeconómicas mínimas y suficientes para una supervivencia digna que los afecta y de hecho atenta en sus posibilidades de realización laboral y que repercute en su entorno familiar y social.

En general es un fenómeno multivariable y se refiere a los procesos de desarrollo tecnológico sobre todo ligado a las tecnologías de la comunicación, la robotización, al desarrollo de software, inteligencia artificial, además de las políticas que tienen que ver con la flexibilización laboral o desregulación del mercado de trabajo, lo que genera la disminución paulatina los puestos de trabajo en relación al crecimiento demográfico, la depreciación de los salarios, abaratamiento del despido, ausencia de indemnizaciones, falta de coberturas sociales, contratación temporal, etcétera, etcétera.

 

Esto genera la pauperización del mercado de trabajo o el empobrecimiento sistemático de la población de los jóvenes, no como un hecho local, por el contrario, como un fenómeno pandémico global.

Una reflexión derivada del maltusianismo, una teoría demográfica, económica y sociopolítica, desarrollada por el economista británico Thomas Robert Malthus (1766-1834) durante la revolución industrial, según la cual sostenía que el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hacía en progresión aritmética. Por esta razón proponía que de no intervenir obstáculos represivos (hambre, guerras, pestes, etc.), el nacimiento de nuevos seres aumentaría la pauperización gradual de la especie humana e incluso podría provocar su extinción.

Una derivada de la teoría malthusiana, diría que:

Los jóvenes del siglo XXI estarían condenados a una vida hidropónica, dónde cada vez nace menos gente, están encadenados a la precariedad y lo hacen con menos arraigo.

Es común ser hijo único o un máximo de dos y los jóvenes no desean y deciden no tener hijos, por lo tanto, tienen familias cortas o ya no tienen familia ni desean descendencia, no pueden acceder a la vida laboral estable, deben transitar por la vida en una forma de nomadismo, sin relaciones de pareja estables y sin posibilidades de en algún momento alcanzar la jubilación.

Una forma liviana de ser humano, como los cultivos hidropónicos dónde crecen las plantas sin raíces, de vida corta y por supuesto sin futuro.

Una forma de extinción lenta que no ha necesitado de guerras, pestes o catástrofes naturales, una manera de acabar con una buena parte de los jóvenes con las herramientas de desarrollo tecnológico y que el ser humano las desarrolló, para generar bienestar, pero, que se está convirtiendo en herramientas de autodestrucción para los jóvenes, sobre todo los que pertenecen a las clases medias, no a los de las clases pudientes que tienen los recursos para vivir, ni tampoco de las clases pobres que conocen el arte de sobrevivir.

Estamos siendo testigos de la extinción lenta de la clase media y lo hace de manera cruel a través de la vida hidropónica de los jóvenes.

 

Jorge Mora Varela

 

Imagen tomada de aragon