Desde el Realismo Mágico Carchense: SALTAR EL TAMO, para espantar el MAL
SAN PEDRO Y SAN PABLO
Los trigales
Cuando moría el mes de junio llegaban las vacaciones, y con ellas la oportunidad de ir al campo a mirar como el sol en comunión con la tierra habían teñido de dorado los granos de trigo de los hermosos trigales de mi pueblo, como una bendición que garantizaba a la familia el pan de cada día.
Formando un laberinto interminable y misterioso, las espigas de trigo coqueteaban con el viento de verano y su cadenciosa danza insinuaba las mieles del amor a los jóvenes que se buscaban con la mirada, para encontrarse en los rincones discretos del trigal.
El tamo
El tiempo de cosecha había llegado y los cegadores separaban el tamo que quedaba en las eras después de trillar las semillas de trigo, porque era la víspera de San Pedro y San Pablo y a la mañana siguiente habría muchas personas del pueblo que acudirían a recogerlo.