Del realismo mágico de la Provincia del Carchi
SIMÓN Y LOS DUENDES
Levantarse
La “amistad” entre mi hijo y su perro, rompía con todas las reglas de la casa; el hermoso pastor alemán de cuatro años de edad, dormía a los pies de la cama de mi hijo quien a sus diez y seis años, crecía de prisa como nunca antes lo había hecho, pues sobre su rostro se marcaban las primeras barbas y el bigote que dejaba ver su sombra en su rostro de niño.
Entonces con el cantar del gallo, se levantaba su perro de nombre “Simón”, como un rito que se repetía cada semana; se estiraba lentamente para quitarse el pesadez del sueño, sacudir con fuerza su cuerpo e ir donde estaba mi hijo, lamer su rostro y despertarlo.
Entonces los dos se miraban con alegría, mientras Simón lanzaba sus grandes orejas hacia atrás, mecía su cola como si fuese una hélice en pleno vuelo, mi hijo saltaba de la cama y se vestía de prisa con la indumentaria deportiva que había dejado preparada la noche anterior; mientras se dirigían a la cocina para calentar un jarro con café negro comentó, - hace frio esta mañana y creo que sopla el viento. Apenas terminaban de ingerir un par de panes de cuajada y beber la aromática bebida, se disponían a iniciar la aventura de correr por los maravillosos pero enigmáticos senderos de TULCÁN.