QUITO Un escenario formidable para construir los sueños

Cuando no pude encontrar en la bitácora de mi propio pueblo,

el espacio donde pudiese librar mis mejores batallas,

había que tomar la decisión de la partida,

para encontrar un teatro estupendo donde colocar mis utopías.

Jorge Mora Varela, presenta:

QUITO

Un escenario formidable para construir los sueños

Desde los primeros imaginarios que brotan con la primavera de la vida,

entre el placer de ser niño y la responsabilidad de ser hombre,

debí ir entretejiendo entre los arrebatos de la juventud,

el mejor escenario donde construir los sueños.

 

Un lugar inescrutable, para ahí volver tangibles las ideas,

un espacio capaz de sorprenderme a cada paso,

desde cualquier rincón y desde cualquier esquina,

entre los lugares donde se agolpen las historias.

 

 

Un lugar que me atrape entre sus luces con enigmas,

que de cuando en vez me atemoricen y me reten,

que me obliguen a buscar una ruta de salida,

en un ejercicio de templanza, que me impida volver la vista atrás.

 

Un lugar que me seduzca por su encanto, diverso al de mis raíces,

y con ello mantenga viva mi capacidad de asombro,

que me invite a recorrerla por entero,

como la manera más provocadora para conocerla.

 

Que me abrace con la brisa que viene con el sol por la mañana,

que descienda desde la cima del monte que miro desde mi ventana,

que corra entre los árboles y me encuentre de frente, de pie,

que mitigue el frio y se apodere del amanecer.

 

Que rompa mi preconceptos,

y que no se inmute por la soledad de mis ideas,

que me proponga nuevos paradigmas,

y me enseñe a vivir es sus espacios y con sus propias reglas.

 

Que sea capaz de sobrecogerme por la seriedad y el señorío,

porque conocedora del potencial creativo de sus hombres y mujeres,

se vista cada día con sus galas más formales,

para recibir con respeto el fruto del trabajo de sus ciudadanos.

 

Que abra sus brazos, sin excusas y sin reserva,

para recibir quienes la buscan y la necesitan,

a quienes debe proteger y a quienes debe arrullar,

y a quienes se vienen a arraigar.

 

Por estas razones, me gusta la ciudad de Quito,

como el mejor escenario donde construir mis sueños,

porque tiene los espacios que yo busco,

y que ella los dispone para quienes la puedan respetar.

 

Me gusta esta ciudad,

porque me acoge y considera,

defiende mis espacios de libertad y

me reconoce por mi propio nombre.

 

Me agrada, porque sabe de mis raíces,

conoce de mis apegos y mis reminiscencias,

sabe y protege el camino que me vio llegar,

y me reconoce la libertad para volver a mi pueblo, al que me vio nacer.

 

FIN