LA MONTAÑA Y YO
Los significados de aquel momento no los había registrado en palabras, no obstante, sus lecciones han estado presentes en esos infaltables momentos agobiantes de la existencia, dónde cada persona y en soledad deberá confrontar cara a cara con la vida misma.
Todo empezó porque mis compañeros de aventura no pudieron acompañarme a la montaña, sin embargo, no podía renunciar a este momento simbólico y significativo del calendario y de la ritualidad alrededor de los amigos, distintiva en la existencia de cada uno de nosotros.
Entonces el treinta y uno de diciembre del dos mil ocho, tomé mi vehículo y me dirigí al punto de partida. El día estaba nublado y no era posible mirar al monte, solo había que ajustar la vestimenta, respirar profundo y caminar como lo habíamos hecho tantas veces, esta vez en solitario.

No sabía si invocar a la majestuosidad del monte o pedir el auxilio al dios de mis padres o simplemente avanzar y así lo hice, caminar, hurgando las pistas por dónde atacar al monte desde el lado occidental.