A la lectura de los libros hay que llegar vivido.
Acabo de escuchar a un profesor al que atiendo con frecuencia,
él sostiene que: que hay que llegar a los libros sabido,
con la experiencia y la sabiduría que da el trabajo o la vida misma,
que sería mejor leer un libro, no sin antes haber vivido,
que ningún libro puede reemplazar la vivencia de la realidad.
Veamos:
¿Cómo sabe la Biblia antes de haber consumado los pecados capitales?
o como sabe después de haberlos cometido.
¿Cómo entendí El Capital de Marx en las aulas de clase?
o como lo entendí luego de haber trabajado toda la vida.
¿Cómo entendí La riqueza de las naciones de Adam Smith en la facultad?
o como lo entendí luego en las marchas sindicales de los proletarios.
¿Cómo entendí Mi lucha de Hitler en tiempos de paz?
o como lo entendí luego de la segunda guerra mundial.
¿Cómo entendí El libro Rojo de Mao Tse Tung antes de su Gran Revolución Cultural Proletaria?
o como lo entendí luego de los millones de perseguidos y muertos por su causa.
¿Como imaginé mi continente al leer Las venas abiertas de América Latina de Galeano?
como lo entendí luego de caminarlo y conocer su historia, su geografía y a su gente.
¿Cómo entendí mi libro de catecismo?
como entiendo a Dios, cuando tengo amigos de todos los colores y de todos lados.
Fin