LA NAVIDAD CON MIS NIÑOS QUEDÓ EN EL PASADO Y AHORA SE REINVENTÓ FANTÁSTICA.
Porque el tiempo pasa y aunque cada diciembre de cada año, vuelven los pesebres, los villancicos, las novenas, los bombillos de colores y “hagamos” las mismas cosas, los niños crecieron, evolucionaron, se volvieron adultos y aprendieron a volar, sus alas las tienen en su cuerpo y en su mente.
Y es un placer hablar con ellos, mis muchachos, esos chicos adultos que en los tiempos de navidad todavía los veo como niños a los cuales es placentero escuchar la manera como estructuran sus ideas producto de lo que son y lo que recogieron en su recorrido por sus vidas y que dejan intuir hacia dónde apuntan sus miras a lo lejos, en un mundo que insiste en dar la vuelta año a año, pero que no puede impedir que crezcan y construyan su vida lejos de casa y lejos de la mirada de mamá.
Sabes, cuando tengo que pensar la navidad sin decir navidad me gusta escuchar un Beso y una flor de Nino Bravo, cuando canta:
De día viviré pensando en tu sonrisa,
de noche las estrellas me acompañarán,
serás como una luz que alumbre mi camino,
me voy, pero te juro que mañana volveré.
O las huellas en el mar de Charly García, cuando dice:
¿Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá, para estar acá?
nos quedamos por tener fe, nos fuimos por amar,
Ganamos algo y algo se fue,
Algunos hijos son padres y algunas huellas ya son la piel.
O dejarme llevar por el ritmo festivo de los Inti-Illimani histórico, el de las canciones viejas.
Para mi escogería “Solo para ti” de La Otra, cuando canta:
Todo en la vida se acaba,
lo bueno y lo malo son días que pasan,
confía en tu fuerza,
recuerda los mares,
que ya aprendiste a navegar.
O “Anoche soñé contigo” de Kevin Johansen que canta:
Qué lindo que es soñar,
soñar no cuesta nada,
soñar y nada más,
con los ojos abiertos,
qué lindo que es soñar,
y no te cuesta nada más que tiempo.
Sabes que sería encantador:
Vivir una navidad en algún lugar de los Alpes en un pueblito idílico y hacerlo en familia me parece un sueño.
Creo que elegiría pasar con mi familia en Nueva York, por la decoración navideña en toda la ciudad en especial en el Rockefeller center, el ambiente invernal, vestirse abrigado y pasear por Manhattan me parece siempre un buen plan caminar por la 5ta avenida, el barrio italiano, visitar el MoMa o el Central Park en invierno, escuchar jazz en el Greenwich Park, una noche, ver una obra clásica en Broadway; luego cenar y tomar café en cualquier lugar.
Para mí, una navidad inolvidable sería poderla hacer en Finlandia, por la nieve, las auroras boreales, la villa de Santa, y por Rodolfo el reno.
Porque la vida significa poder aprender a evolucionar, a regalarse, a amar y dejar una huella profunda, porque es un viaje en sí mismo no un destino y hay que disfrutarlo como tal.
Porque la vida es un juego de ajedrez que va subiendo en complejidad en la medida que crecemos y en donde el rival más difícil casi siempre es uno mismo.
Sí, porque la vida es aquello que ocurre mientras estás ocupado haciendo otros planes; es un instante entre dos eternidades; porque es una tómbola, porque nunca la vida es tan precisa, entonces la navidad debe evolucionar como la vida misma.
Entonces algún momento dejaremos el pesebre de mamá y nos dejaremos llevar sin límite de espacio y de tiempo.
Para recordar las anécdotas de la infancia cuando éramos más niños, para hablar con los amigos de todo y nada a la vez, para buscar los Shows de stand up de Ricky Gervais, de Shrek o de alguien como ellos, para recordar las anécdotas de esas que se cuentan siempre con los compañeros del colegio o la universidad y que siempre nos hacen reír.
Yo vería videos de perritos y gatitos siendo adorables y traviesos; para hablar con mis amigos de nada en particular; te acompañaría a los shows de stand up; para recordar a la familia cuando competía en los juegos de navidad y para disfrutar de las cosquillas en los pies.
Claro muchachos, antes de perder a alguien trascendente y fundamental, antes de llorar, antes de que la puerta se cierre para siempre a mi espalda, a nuestras espaldas.
Jorge Mora Varela