Me gustan las ciudades donde en cualquier esquina caminan e interactúan personas de una amplia variedad de culturas.
Sí A LA MIGRACIÓN, PERO ¿A CUÁL?
Coincido con el historiador y escritor mexicano Juan Miguel Zunzunegui cuando señala que los territorios conquistados por el imperio español en América cuya población nativa fue diezmada por las enfermedades traídas por los europeos, sus pueblos y ciudades fueron poblados durante 300 años con “españoles, católicos y medievales”.
Y esa condición realizada por tres siglos, sigue marcando nuestra cosmovisión, nuestra manera de ser y de pensar, luego de dos siglos desde la independencia, somos “conservadores y milagreros” y hacemos que nuestro futuro dependa de la generosidad divina a la que apelamos con rezos y ruegos permanentes.
Para el mundo católico español, el trabajo es la consecuencia de un castigo divino y dependemos de la “suerte” o de “un milagro” que nos regale como un acto de la generosidad divina “recursos naturales” que nos haga sentir “ricos” y “bendecidos”, entonces nos dejamos estar.
España se llevó desde América durante los siglos de presencia en América, ingentes cantidades de oro y plata, y cuando ellos perdieron las colonias, se encontraron que luego de tres siglos de explotación de los recursos valiosos del nuevo mundo, eran un país pobre, atrasado e incapaz de evolucionar al ritmo de los países vecinos….
Los países que aprovecharon los recursos en manos de los españoles fueron quienes pudieron generar riqueza: la banca y la revolución industrial anglosajona.
Migración contemporánea:
Si a Ecuador migran personas colombianas o venezolanas, NO pasa nada, porque migramos entre iguales. Como si fuese parte de una anécdota, compartimos recetas de cocina, mano de obra simple, algo de música y poesía, violencia, desempleo y exclusión, pero nada que transforme y revolucione nuestros pueblos.
Cuando las migraciones se generan con personas de culturas, religiones, economías, cosmovisiones, rasgos, historias, credos diversos, los países que los reciben se revolucionan, se modifican, se transforman, se reinventan y abren paso a nuevas culturas o civilizaciones.
En el caso de Ecuador NO hay expectativas de revolucionarse como efecto de la migración de personas de países hermanos, somos los mismos y esa condición nos ancla al modelo socio cultural impuesto por la España católica, conservadora y medieval que nos conquistó y que nos ancló al pasado.
Las pruebas al canto:
Bendecimos a las nuevas autoridades con curas o chamanes, confiamos a la divinidad nuestro futuro, consagramos a la Virgen a nuestros jóvenes, nuestros templos gozan de buena salud.
Mientras otros utilizan y confían el futuro de sus hijos en procesos educativos serios, para dar paso a su creatividad y capacidad de trabajo, para forjar el futuro con sus propias manos.
Nosotros dependemos de un modelo que por 500 años ha mostrado sus limitaciones respecto a la dinámica del mundo, pero seguimos porfiando en ello y lo único que se nos ocurre cada década es cambiar “la constitución”, para ver si se genera el milagro del “cambio y del progreso”.
Jorge Mora Varela