JEFES SIN INTELIGENCIA EMOCIONAL
La Inteligencia emocional se refiere a la capacidad de los individuos para manejar sus propias emociones y las de los demás con quienes ellos interactúan.
Las personas que tienen alta inteligencia emocional con capaces de reconocer, discriminar entre las diferentes características de las personas, sus sentimientos y manejarlos de manera apropiada.
Pero en el Ecuador NO mismo.
Si en tiempos “normales”, a algunas personas se le sube a la cabeza el rol de “jefe”, no se diga en tiempos de alta tensión como los que genera la pandemia, a algunos de cabría a la perfección el dicho popular, “algunos se comportan como elefante en vidriería”.
El confinamiento, la destrucción paulatina del entramado económico y social, la ola creciente del desempleo, la convivencia forzada entre los miembros de la misma familia, como jamás lo habíamos hecho, elevan los niveles de tensión hasta alcanzar niveles críticos que podrían devenir en actos violentos, que podrían dejar heridas profundas en el corto y el largo plazo.
De hecho, que en estos tiempos estamos expuestos a tomar o a ser víctimas de acciones complejas y difíciles, que afectan el desenvolvimiento de la vida personal, familiar o laboral.
Frente a esta durísima realidad, podríamos coleccionar un cúmulo inmenso de acciones torpes de los “jefes” que en teoría están llamados a tener, mantener y aplicar altos niveles de “inteligencia emocional”.
Aferrarse con actitudes que rayan en el fanatismo al cumplimiento fiel de las políticas construidas desde los escritorios que se alinean de espaldas a la realidad, controlar el cumplimiento exacto de los tiempos como lo ordena el “biométrico”, tratar a sus subordinados como máquinas o como esclavos, sin derecho a trabajar como seres humanos que interactúan con otros seres humanos, poner en “riesgo la vida” de las personas por obedecer de manera ciega a las imposiciones de los de arriba.
Pongo en estas palabras mi más enérgica protesta porque un grupo de personas torpes e indolentes ponen en riesgo la vida de jóvenes como mi propio e hijo y con él un ejercito de jóvenes profesionales de la salud, maltratados y expuestos al peligro inclusive de muerte, de manera injustificable.
No dimensionar las cargas de trabajo, ni los tiempos, ni la disposición de recursos, esconderse y NO dar la cara, cuando se requieren tomar decisiones complejas, terminar las relaciones laborales por medio de un correo electrónico impersonal y hecho en serie, justificar los despidos con argumentos traídos de los cabellos, repetir de memoria las recetas ordenadas desde arriba, entre tantas y tantas barbaridades y torpezas.
Permítanme recordarles a estos ocupantes pasajeros del poder, que su posición es efímera, que los tiempos difíciles requieren acciones inteligentes, cálidas, solidarias, empáticas.
Pero creo que estoy perdiendo el tiempo, porque estos meses de confinamiento por efecto de la pandemia me indica que muchísimas de las personas que ostentan algunos puestos de mando son personas a las cuales si algo les falta es la inteligencia.
Posdata:
Señor Ministro de Salud, ocuparse del fútbol profesional sin atender con la debida atención y profesionalismo al sistema de salud en todo el país, donde se tienen fallas estructurales graves, lo descubre a usted como un populista demagogo con rasgos de irresponsabilidad inaceptable. Por favor mire con atención la vulnerabilidad de los profesionales de la salud que día a día arriesgan su vida, por no disponer de políticas, infraestructura y recursos necesarios para cumplir con su tarea como lo exigen los estándares internacionales de salud y sobre todo el sentido común.
Jorge Mora Varela