Y AHORA ¿A QUIEN VAMOS A ELEGIR?
El término jurídico-político ecuatoriano, denominado “La muerte cruzada”, que confiere al poder ejecutivo la capacidad para auto disolverse y disolver el poder legislativo con la obligatoriedad para el órgano electoral de convocar a elecciones para renovar los poderes ejecutivo y legislativo.
Esta circunstancia política propia del “realismo mágico ecuatoriano” en el campo de lo político, nos coloca una vez más en la encrucijada de ¿y ahora, a quién vamos a elegir, en un espacio dónde el voto es obligatorio?
He leído con cierto disgusto la manida frase, debemos pensar “bien” a quien dar nuestro voto, para que no nos decepcione.
Cuando el deporte nacional es: ilusionarnos y enamorarnos de alguien, en tres meses, declarar de forma abierta y pública que nos ha decepcionado y buscamos cualquier artilugio jurídico para salir del personaje y volver al círculo vicioso de llenarnos de ilusiones, desencantarnos, botarlo con desprecio y votar a un nuevo amor que de seguro nos va a decepcionar. Clásico de la idiosincrasia de los ecuatorianos.
Al menos en el siglo XXI, los actores políticos ecuatorianos inventaron “la muerte cruzada”, recordemos que en los siglos XIX y XX, golpear la puerta de los cuarteles era la práctica más frecuente para desembarazarnos de la incómoda autoridad a la que queríamos propinarle tres patadas en el trasero y desembarazarnos de él.
En estas horas de reflexión política he leído a quienes declaran con gran pompa: Yo tengo confianza en las nuevas generaciones, ya basta de los mismos de siempre.
EL analista internacional italiano Dario Fabbri, director de la revista de geopolítica Domino, en su conferencia “Cómo la historia y las costumbres influyen en la trayectoria de los poderes”, en: YouTube
Reconoce que en el mundo entero y con reiteración se dice: “Yo tengo confianza en las nuevas generaciones”.
Con frecuencia se piensa que los jóvenes podrían crearán un mundo más justo, más culto, más racional, se los cree sabios y reconoce Fabbri que la historia registra que, por lo general los jóvenes son los contrarios a la sabiduría.
El analista internacional dice en su conferencia, que, por lo general las personas piensan que las sociedades que tienen jóvenes, serán mejores y que los jóvenes por el solo hecho de serlos, son sabios.
Habría que reconocer que, si los jóvenes no tienen experiencia, porque por su edad, no piensan en la muerte, porque no suelen tener capacidad para imaginan el futuro, porque son presas de la fascinación del tiempo presente aún no son sabios y que por su naturaleza y por su edad son más violentos.
La historia dice que las revoluciones más sangrientas en la historia de la humanidad fueron abanderadas por los jóvenes
Pero si los jóvenes no son sabios aún y tienen tendencia a la violencia, y los ancianos que tienen una visión amplia de la vida, que pueden entender la muerte y tienen las condiciones que exige la sabiduría, tampoco tendrían la fuerza para conducir a los pueblos.
Entonces ¿en quien o quienes deberíamos pensar para liderar desde el campo de lo político a un país complejo por su heterogeneidad como el Ecuador?
De plano ¿a personas de buena voluntad y sin formación académica? NO.
¿A personas que hayan alcanzado el éxito en un área del conocimiento, y que no entiendan la complejidad del hecho político? Tampoco.
¿A las viejas figuras de la política que han monopolizado el espectro comunicativo por más de medio siglo? Menos.
¿O les damos oportunidad a los jóvenes que traen como único argumento el ímpetu y la fuerza de su juventud?, NO.
O le damos espacio a la sabiduría popular ¿Más vale “malo conocido, que bueno por conocer”? mhhh...
O entramos en la tendencia de moda ¿Buscar una figura exótica, de las minorías, controversial, perteneciente a los grupos históricamente discriminados, excluidos, marginados u olvidados?. Arriesgado, pero está de moda.
En el siglo XXI y como somos expertos en copiar y pegar de cualquier lado, parecería que “todo vale”.
De todas maneras, si somos ecuatorianos, debemos seguir en la nuestra:
En el campo de lo político, los ecuatorianos, nos enamoraremos de cualquiera, en tres meses nos desencantaremos de él y buscaremos cualquier excusa para darle tres patadas en el trasero y buscaremos uno nuevo.
Así somos.
Jorge Mora Varela
Imagen tomada de primicias