CARAPAZ Y EL CICLISMO EN ESTADO PURO

CARAPAZ Y EL CICLISMO EN ESTADO PURO

Había que volver a mirar la competencia de ruta de las olimpíadas de Tokio del 24 de julio 2021 sobre todo los últimos 50 kilómetros de los 234 de prueba olímpica.

Una demostración de ciclismo en estado puro, como me gusta; luego de recorrer los primeros 180 kilómetros y el fragor de la prueba, permitió colocarse en la cabeza de la competencia a un pequeño grupo de ciclistas, a la élite del ciclismo mundial, cada uno con sus expectativas, cada uno con su país, con la mirada puesta en el podio, sin gregarios, sin apoyo de comunicaciones, apenas con el soporte técnico a una distancia prudente, un momento de soledad, para intentar ganar por sus propios medios y capacidades.

Entonces cada uno de ellos puso a prueba su carácter, su fortaleza física y mental, sus arrestos físicos, las estrategias, la concentración y la capacidad para encontrar una oportunidad, un resquicio por dónde abrirle un espacio para ganar.

 

Antes y durante la prueba, cada uno de los deportistas piensa en sus fortalezas y sus debilidades; los sprinters, buscaban llegar en grupo para aprovechar sus habilidades de rematadores en distancias cortas, los más débiles buscaron una escapada temprana con la ilusión de sacar tanta ventaja que haciendo imposible alcanzarlos les abra una posibilidad de triunfo, el más fuerte de todos, buscando romper y demoler al resto, con jalones, cambios de ritmo y un paso infernal.

En medio de este grupo de punta, en una posición discreta y a la expectativa, agazapado el ecuatoriano Carapaz, a la expectativa para encontrar el momento preciso, para poner en juego sus cartas de triunfo.

Cuando jaloneó el monstruo del ciclismo mundial Pogacar e intentó irse del grupo, el ecuatoriano salió inmediatamente a la marca, para no abrir la brecha que construya la escapada.

Parecía que volvía la calma al grupo de punta, hasta que cuando faltaban 25 kilómetros para alcanzar la línea de meta por el lado izquierdo de la calzada el ciclista norteamericano Brandon McNulty jaloneó con furia para encontrar una brecha al instante que por el lado derecho el ecuatoriano Richard Carapaz se unió al ciclista norteamericano y en el fugaz lapso de un instante abrieron una brecha de unos cuantos segundos que posibilitaba la escapada del par de deportistas de los Estados Unidos y del Ecuador.

Los ciclistas que aparentemente estaban destinados para lograr la victoria, el esloveno, el belga y el colombiano entre otros no pudieron responder al instante y no pudieron estructurar un trabajo de equipo para dar caza a los escapados.

La respuesta del norteamericano y el ecuatoriano fue consistente por un tiempo, la brecha se mantenía y amenazaba con recortarse y terminar, entonces el ecuatoriano, puso a prueba a su compañero de escapada, con un par de jaloneos ante lo cual el norteamericano, no podía responder entonces Carapaz, emprendió un ritmo fuerte, imposible para su compañero y se fue en solitario.

El grupo persecutor puso en la mira a uno de los escapados y fue tras de él, pero al alcanzarlo no había rastros del primero que tenía una ventaja suficiente para tener en firme la posibilidad de la victoria.

Y así fue, un canto en solitario para la victoria, a un ritmo sostenido, alegre, solvente, imposible de vencer.

Entonces ante el pálpito y la inminencia de la victoria, se desataron, las emociones y las lágrimas de 17 millones de ecuatorianos que vibramos con este triunfo construido con ciclismo en estado puro, de uno de los nuestros en un escenario maravillosos, enigmático y lejano, entonces un joven de 28 años nacido en la población del Carmelo en la Provincia del Carchi le regalaba por segunda vez en la historia al pueblo ecuatoriano un maravilloso baño de oro y de felicidad.

 

Jorge Mora Varela

 

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