EL ARMAGEDÓN DEL SIGLO XXI

EL ARMAGEDÓN DEL SIGLO XXI

En un momento del mes de marzo del 2020, se dio la orden de refugiarnos en nuestros hogares y el momento se me asemeja cuando en un vuelo de avión, el piloto ordena a los pasajeros por los altoparlantes, que nos pongamos la mascarilla de oxígeno, permanezcamos en nuestros asientos, con los respaldos verticales y con el cinturón de seguridad puesto, mientras tienes una sensación de vacío insoportable, porque vas cayendo... y luego…. Silencio…

Por primera vez en nuestras vidas, la nave que transporta al todo el mundo, enfrenta un peligro distinto y desconocido, entonces de momento nada es cierto, por eso les pido a todos, que tengamos serenidad, porque nadie tiene el control de nada.

Es una situación tan nueva, tan abrumadora, que la imagen del mismísimo Papa Francisco, caminando solo en la Plaza de San Pedro en el Vaticano antes de impartir la bendición especial "urbi et orbi", deja ver su desconcierto e impotencia frente a este extraño fenómeno global.

 

Fuente: Quotidiano La Repubblica, 28 Marzo 2020.

Parece que estamos dentro de una película de ciencia ficción y no sabemos si surgirá un superhéroe que venga a salvarlos o arribará el gran ejército de la superpotencia, que derrote al misterioso enemigo o estamos destinados a morir, a la espera que sobrevivan unos pocos, para que puedan refundar la civilización humana.

Lo cierto es que esta pandemia permite medir a los pueblos, a sus líderes, a sus gobernantes a su gente.

Las redes sociales, nos permite mirar cómo vamos reaccionando:

Las instituciones y sus administradores obsesionados con cumplir los procesos, los tiempos, el trabajo, ya no presencial, sino virtual y con las herramientas para seguir el cumplimiento de los horarios y los programas, como perros de presa incapaces de notar que ellos también son vulnerables, que tienen la obligación de mirar y responder a su entorno y que también van en la nave que al parecer se va a pique.

Los gobiernos, desnudos, desarmados y desorientados ante las exigencias de los momentos de crisis, intentando resolver un problema que no alcanzan a dimensionar.

Gobernantes a los que se les mira sus falencias, complejos, prejuicios y barreras, tomando decisiones a la medida de sus alcances, intereses personales o de partido y limitaciones académicas y/o culturales.

Unos aferrados a la investigación científica, a las medidas restrictivas, al aislamiento obligatorio, otros preocupados por el impacto económico financiero, y otros con la estupidez y la ignorancia, para confiar la salud de su pueblo a los amuletos, las curas milagrosas o a las oraciones o a las procesiones y unos cuantos, a la racionalidad, a la responsabilidad social y a la solidaridad.

Políticos a los que se les trasluce sus miserias, odios, venganzas o ambiciones, de hecho, hay algunos miserables que creen que este es un gran momento para iniciar la campaña política que los podrá llevar al poder en el siguiente proceso electoral.

Una población incapaz de dimensionar el peligro, razonar, mirar, entender u obedecer las normas e indicaciones de sus líderes.

Me duele la ingenuidad de algunas personas, sobre todo algunos jóvenes estudiantes, que incapaces de entender el fenómeno, de manera exagerada y ciega, reclaman, exigen, protestan, porque ellos no pagaron por clases virtuales, sino presenciales, como si este evento fuese el producto de una decisión arbitraria de las instituciones que busca aprovecharse de ellos.

Me ofende la frivolidad con la cual algunos medios de comunicación masiva nos tratan como si fuésemos imbéciles alienados y nos narran con lujo de detalles como pasan estos días de retiro domiciliaria las estrellas del Jet Set, en lugar de ocuparse de las mayorías o los más vulnerables, que sería más útil.

Llevamos unos cuantos días de estar restringidos en nuestros hogares y es el momento de hacer una pausa para pensar, reacomodar las ideas, dimensionar la situación y actuar en consecuencia.

A lo mejor a este 2020, debemos tomar conciencia de la situación y redefinir los roles, las tareas y las obligaciones, hacerle un corte y re empezar en otro momento, de otra u otras maneras.

Es posible que quizá esta circunstancia global del coronavirus sea el inicio de una serie de efectos de la mundialización que ha traído la democratización de bienes y servicios, pero también la de problemas, pandemias y quien sabe cuántas sorpresas desagradables y complejas nos depare el futuro mediato e inmediato ahora que todos viajamos en la nave cada vez más peligrosa de la aldea global.

 

Jorge Mora Varela.

 

 Fotografía del Papa Francisco tomada de: www.repubblica.it