Mi manera de pensar no encaja con nada
No puedo encajar con la manera de pensar de las diversas tendencias de la contemporaneidad y me siento fuera de lugar; no puedo estar de acuerdo con lo “políticamente correcto”, no puedo, porque creo que NO debo actuar impulsado por “lo que siento” o porque “me gusta”, no puedo nadar con la corriente.
Y parecería que me encuentro en medio del fuego cruzado: ni con los postmodernos, ni los alienados, esos que responden a la tendencia de moda, a los que van todos y hacen colas interminables para estar en el lugar y en el momentos precisos, a los noveleros, a los infaltables al lanzamiento y puesta en venta del nuevo IPhone, o a los fanáticos de los estrenos de las películas, o a los infaltables a la inauguraciones de las cafeterías, o restaurantes de moda.
Tampoco puedo con los “izquierdistas” o los de “derecha” en el serengueti urbano de la política ciega violenta, fanática y menos aún con los que evaden su rol como ciudadanos, a los anodinos, a los que “no les interesa la política”.
Menos aún puedo encajar con los que discuten si es que el partido es clásico o no, o si mi equipo o el tuyo es el ídolo de pueblo o si tiene la mayor o la mejor hinchada, o “quien es el más grande” o si la temporada fue fracaso o no, o si debo comprar la camiseta de mi selección como si fuese un deber patriótico sagrado, con el riesgo de ser tildado como traidor a la patria.
Tampoco voy con los dogmáticos, esos que creen (los creyentes) y son orgullosos de aquello, que siguen de forma ciega a lo que ellos piensan que es la “palabra revelada” , la que suele ser señalada por el pastor, el líder o la hoja del domingo.
Tampoco voy con los amantes del “buenismo”, a los que están a favor de forma fanática de paranoias como “el calentamiento global”, las o los que defienden “el derecho al aborto” al tiempo que se oponen a la pesca porque ellos creen que los peces son seres “sintientes”, a los defensores a ultranza de los quejosos y resentidos “feminismos” e “indigenismos” y a los aliades y a los deconstruides.
No puedo estar de acuerdo con los que son dueños de la verdad “porque así lo sienten”, a esos que exigen el derecho a ser tratados de acuerdo a cómo dicen que se sienten, si se creen dálmatas, gatos, sillas, roca, discapacitados o de cualquier “género extravagante”.
No puedo ir de acuerdo con la pretensión tiránica que propone la agenda 2030 y su intento de imponer de un modelo de mundo único diseñado por los burócratas dorados encerrados tras de los escritorios en la UNESCO y los intereses estrambóticos de una serie de fanáticos que se esconden tras de ellos.
Si en ejercicio de mí libre albedrío, no encajo en el pensamiento de las tendencias, porque:
Reclamo mi derecho al libre pensamiento, a tener el suficiente espacio de libertad, para pensar y para discernir de la manera más autónoma de la que pueda ser capaz; si es que eso es posible y poder actuar en consecuencia.
Jorge Mora Varela