El Toro del Rosal

EL TORO DEL ROSAL

 Por los años 1940, en la ciudad de Tulcán, invadía una temporada muy helada, especialmente en las noches "carcomía" los huesos del frío y en veces bajaba la temperatura bajo cero, la gente gozaba de cierta comodidad económica, el comercio era intenso con los hermanos colombianos, muchas familias se dedicaron a pasar mercadería desde la ciudad de Ipiales (Nariño) a la ciudad de Quito, obteniendo excelentes ganancias, ya que los productos colombianos son muy apreciados y bien pagados en la capital de los ecuatorianos. Esta bonanza hizo que algunos pongan centros de diversión, como cantinas con música mexicana, rocolera y billares donde no faltaba el licor.

Los jóvenes comenzaron a introducirse en vicios, gastando el tiempo y dinero en los bares, además en las madrugadas se producían escándalos públicos, con actos violentos que interrumpían la tranquilidad propia de la noche. El pueblo estaba cansado, las autoridades no podían controlar y cada día el problema se agravaba.

En la hacienda "El Rosal" ubicada a un lado de Tulcán, existía un toro grande, de color barroso, su piel brillaba, botaba espuma espesa por el hocico y poseía unos ojos negros que por las noches parecía cambiar de color, tornándose rojos encendidos, sobresalía los cachos blancos y filudos.

Cuentan los abuelitos que al caer la obscuridad se lo veía al animal escaparse como "loco" lleno de rabia del corral y dirigirse a la ciudad de Tulcán, especialmente los "San Viernes" en busca de los chumaditos que andaban de cantina en cantina. El animal los buscaba y como un relámpago sin darles tiempo a correr o rezar, los envestía sin compasión, dejándolos gravemente heridos en las calles, en medio del frío y Ja soledad, algunos llegaban al hospital para ser atendidos, en donde se asombraban ¿por qué casi todos los viernes llegaban los chumaditos heridos por cuernos de toro?, de esta manera se impuso el orden y disciplina en la ciudad, la noticia circuló todo el Carchi y parte de Nariño. Invadió el temor a salir por las noches en busca de alcohol, peor abusar y amanecerse bebiendo, los jóvenes cambiaron y prefirieron llegar temprano a caga, para evitar el encuentro con el misterioso Toro del Rosal, volviendo la calma y armonía en la ciudad de Tulcán.

Fuente: Autoretrato del Carchi Vol 2.  de Luis Rosero Mora