CUANDO YO MUERA QUISIERA UN PARAÍSO PARA SER FELIZ, NO PARA ESTAR CONTENTO.

Para mi muerte, NO me seduce la oferta del paraíso del Dios de los Cristianos.

 

CUANDO YO MUERA QUISIERA UN PARAÍSO PARA SER FELIZ, NO PARA ESTAR CONTENTO.

 

Un pensamiento inevitable, y recurrente en tiempos de pandemia es el de la muerte.

Ah… si solo fuera la muerte, pero el mundo cristiano que me ha rodeado toda mi vida me ofertó la idea del paraíso, la fe de mi pueblo y la fe de mi madre me hablaron de alcanzar la salvación eterna como el máximo de la vida.

NO me agrada la idea pasar la eternidad un misterioso lugar al que llamamos cielo, que se sospecha que está arriba, así lo dijo Dante en la Divina Comedia, de color blanco, ubicado entre nubes, con música celestial, rodeado de ángeles, una especie de guardianes halados, como si la eternidad la tuviese que pasar en modo de unas eternas vacaciones monótonas, insípidas, que vaguen entre el tedio y el hastío.

 

Yo Prefiero ser feliz y NO permanecer contento.

La palabra contento viene del latín “contentus”, que significa contener entre ciertos límites, estar saciado, no sentir ni frio ni calor, no tener hambre, esta saciado. La palabra contento se refiere a permanecer en un estado con ausencia de problemas, de necesidades, de deseos.

En cambio, la palabra feliz”, viene del latín “Félix, que en un principio se refería a un árbol cuando daba mucho fruto. Félix de la cual deriva la palabra feliz es una palabra que se refiere a hacer, a producir, a exprimir la propia esencia.

Me gusta la idea de encontrar “el paraíso de la felicidad”, un lugar donde yo pueda expresar mi propia esencia, y la mitología nórdica me lo ofrece, el Valhalla, el paraíso de los ilustres guerreros que está después de la muerte, el lugar a donde trascienden las almas de los guerreros más valientes.

 

Un lugar donde se grita, se toma la espada, se la blande, se la levanta y se combate todo el día. En la tarde se curan las heridas, luego se va a la taberna a comer la carne del jabalí y a beber la cerveza que las traen las Valquirias.

No puedo evitar la idea de terminar la vida y tampoco tengo la certeza de lo que acontezca luego de la muerte, solo que el mundo de los Valhalla y de las Valquirias me seduce y me da la esperanza que después de terminar la vida pueda una y otra vez:

 

Amanecer y gritar Aaaaahhh… tomar la espada, blandirla, levantarla y combatir todo el día, para curar las heridas por la tarde, luego ir a la taberna a comer la carne del jabalí y a beber la cerveza que me traigan las Valquirias.

 

Jorge Mora Varela

 

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