La Virgen de la Caridad de Mira

La Virgen de la Caridad de Mira

Parroquia: Mira

Las manos de la Virgen siempre iban juntas. Sus tiernos ojos y su boca sonrosada, dejaban, a quie­nes la miraban una paz espiritual, difícil de olvidar. Sobresalía su larga ca­bellera ensortijada que cuando salía de peregrinación, los vientos del camino la despeinaban y al llegar al pueblo cerca­no, la llamaban cariñosamente "Chami-zuda".

Pintura al óleo. Rigoberto Lara Canelos, Iglesia de Mira.

¿Cómo sucedió?

En esos tiempos, la antigua pobla­ción de Mira se encontraba en el sitio denominado San Marcos, en el actual caserío Pueblo Viejo. La Virgen ponía en apuros a sus devotos, porque desapare­cía del altar. Entonces los fieles salían en su búsqueda por chaquiñanes, por te­rrenos sembrados, por bosques, por quebradas. No aparecía. Después de re­correr un largo trecho y cuando ya se sentían desfallecer, encontraban a la Imagen en el sitio donde hoy se halla la iglesia de Mira, y que antiguamente era un lugar desértico, lleno de tunos; los españoles supuestamente traían a la imagen, los indígenas asustados, se preguntaban entre ellos ¿Quién ha traí­do la imagen de la Virgen hasta este lu­gar despoblado? Yo no fui, decía Juan; yo tampoco decía Teodoro; tal vez fuiste tu Calixto, - yo no, la vi ayer en el case­río- ; y mientras se preguntaban sin ha­llar la respuesta precisa, la trasladaban de regreso a la capilla. Al otro día ya no estaba allí, nuevamente se había venido acá, al sitio donde le encontraron en su primera huida, estas andanzas sucedie­ron muchas veces.

Y no era cuestión de invento, cuando la llevaban notaban que sus pies y su manto estaban mojados por el rocío de la hierba, que los mayores denominan sarpa, con esas palabras antiguas que hablaban, era su manera para entender el mundo.


Una memorable tarde, encontraron a la Imagen sagrada al pie de un inmenso árbol de quishuar. No hubo fuerza posible para detener a la peregrina. Parecía que había encontrado al fin su sitio. Así lo entendieron nuestros mayores -porque siguiendo los propósitos de la Virgen- decidieron trasladar todo el pueblo, con un objetivo: que su amada Imagen no tuviera que emprender diariamente largas caminatas y escuchara sus ruegos y oraciones. El sacerdote del pueblo viejo de Mira, convocó a la gente y algunos decidieron venir al sitio actual, edificaron la iglesia en el lugar donde apareció la Virgen y alrededor construyeron el poblado, que en su mayoría estaba formado por chozas de paja asentadas sobre muros de cangagua y separadas unas de otras por zaguanes.


Fue así, que desde ese día, la Virgen de La Caridad no se ha movido del pueblo nuevo de Mira, -es un decir- , porque al cumplir los trescientos años de su veneración, visitó la mayoría de hogares de los mireños en Quito; quienes la recibieron con la fe y devoción con la que le veneramos los mireños de muchas generaciones; quienes la conocen bien, aseguran que aún conserva una energía renovadora en sus dulcísimos ojos.

 

Tomado del Libro “MEMORIAS DE MIRA”

Autor: Rosa Cecilia Ramírez Muñoz