He tenido la oportunidad de visitar el Chiles en tres ocasiones muy especiales para mí

En este texto Paola Robles conjuga las experiencias que marcan la existencia, enriquecen la vivencia humana, los amigos y las ideas fundamentales que le dan sentido a la vida, por estas razones tus palabras querida Pao me enorgullecen y por ello lo celebro.

Jorge Mora Varela

 

Texto de Paola Robles:

He tenido la oportunidad de visitar el Chiles en tres ocasiones muy especiales para mí

- En 1999, con Medardo López de guía, cuando yo tenía 14 años, en esa edad donde todos creo queremos conquistar el mundo… yo una “explorer innata” sin miedo a la aventura y desafiando al miedo, fuimos con chicos y chicas de niveles superiores a mí y el Chiles nos recibió con un clima hermoso, el sol nos acompañó la mañana y pudimos ver la puntita de los volcanes cercanos. Una experiencia inolvidable grabada en mi memoria y sobre todo en mi corazón.

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- El 27 de diciembre de 2013, tuve la oportunidad de subir al Chiles con Jorge Mora de guía, y su hijo Beto, sus sobrinos gemelos jejeje, los Terancitos (Johnny, JuanFer y Jóse) y pues volvía luego de 14 años a visitar la montaña, que para esa fecha hasta había olvidado el trayecto rocoso, la aventura seguía intacta, aprendí a quererle al volcán y el desafío al miedo no era tan irreverente como en mi adolescencia. Otra experiencia muy bonita, con tantita neblina un poquito de chubascos, pero con inmensa alegría en mi corazón.

- El 2 de Noviembre del 2017, subí nuevamente a la cumbre ahora con Hugo Rosero Pérez como guía, otra vez repetíamos el ascenso con los Terancitos (Johnny, JuanFer y Jóse), se sumaron a esta ruta Jandro Becerra y Marlene Moreno, con quienes tomamos otra ruta, nos perdimos y subimos por el lado sur del volcán… aquí la aventura se tornó un poco tensa, aprendí a respetar la cumbre, aprendí a no desafiar al miedo, pues hicimos una tregua; y también aprendí a llenarme de mucho valor para continuar. Llegamos a la cima y mi corazón latía a mil, lloré de la emoción, lloré porque sentí una paz única, oramos en el punto más alto de la cumbre, y el Huguito y el resto coronaron la parte norte del volcán jajaja estaban frente a nosotros en el otro punto.

Lo extraordinario de estas anécdotas es que Medardo, Jorge y Hugo, llevan una amistad de muchos años los tres “son amigos” en la mejor expresión de la palabra; y pues yo tuve la oportunidad de conocerlos en diferentes facetas de mi vida.

A Medardo, lo conozco desde que tengo uso de razón, mi profesor de educación física en mi colegio de La Salle tan querido, mi mentor y preparador físico con quien obtuve preseas de oro y plata para nuestra institución en los intercolegiales de atletismo, en 100 y 200 metros velocidad. ¡Grandes momentos la verdad!

A Jorge Mora, lo conozco en las novenas y reuniones familiares que organizaban los “viejos” jajaja campamenteros, y me cautivo su amor por las letras, su forma de ver la vida de una manera tan particular, que cuando nos reuníamos, yo deseaba que el café nunca terminara, que fuese eterno porque cada vez que todos platicábamos sentados alrededor de los múltiples y bellísimos pesebres de Mirthy (su esposa); nuestras charlas participativas siempre, siempre, dejaban un bonito mensaje que quedaba resonando en mi mente. Y Jorge, antes de despedirse de mí, siempre me daba un consejo, unas palabras que motivaban que no duraban más de 2 minutos pero que quedaban conmigo el resto de la semana.

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Y con Hugo, “el papa Huguito” de campamentos, le conocí en una acampada por los 10 años de Campamentos de formación Senderos, y desde ese entonces le agradezco y agradeceré siempre el haberme invitado a esta gran familia, donde he aprendo muchas cosas buenas que ahora en lo personal y profesional he puesto en práctica y baya que no me ha ido nada mal jejeje; hemos compartido momentos muy bonitos junto a su familia (Naty su hija y Carmita su esposa) que han lleno de regocijo mi corazón; así como también en cada uno de los campamentos vacacionales que he vivido como participante, como guía, como coordinadora y como asesora jejeje solo me falta como matrimonio campamentero pero “no asoma el parejo” jajajaja… gratos y hermosos recuerdos grabados en mi mente y mi corazón.

Y ahora este 30 de diciembre del 2023, volví a subir al Chiles, con lágrimas en los ojos por la emoción de revivir la aventura en la montaña, de tomar la tregua con el miedo y cerrarla en paz, un poco más cansada que antes con un mechón blanco en el pelo (por los años) jajaja y con el mismo respeto de siempre al llegar a la cima, dejando un 2023 con sentimientos divididos, lleno de aprendizajes, amor propio y unión familiar y con la expectativa de que un 2024 venga lleno de alegrías, metas por cumplir y cosas bonitas.

¡Feliz 2024 para todos!

Paola Robles