MI TULCAN Por: Julio Vallejo Burbano

MI TULCAN Por: Julio Vallejo Burbano

La magia del internet permite cosas maravillosas como esta: 

Recibo una comunicación interna por Facebook que en la parte sustantiva dice:

Jorge... buenos días ... usted si se ha de acordar de mi soy JULIO VALLEJO, cuando fue profesor del Vicente, yo jugaba basket y me decían loco Vallejo.. los malos amigos, por su puesto... jejeje... el otro día ví un anuncio suyo en un programa de poesía... yo tengo una exhortación a Tulcán ¿puede ayudarme en publicarlo, se lo envió... muchos saludos...

La respuesta por supuesto es positiva y a continuación los invito a leer la poesía de Julio a nuestro pueblo, escrita desde el sentimiento y la nostalgia.

 MI TULCAN

Por: Julio Vallejo Burbano

Coronando la cima del legendario Guagua Negro,

me invade una indescriptible emoción,

mi cuerpo se inmoviliza,

ese nerviosismo que humedece mis manos,

un escalofrío y esa extraña desesperación,

al verte desde aquí, mi Tulcán.

Desesperado por poderte tocar,

con mi alma poderme reencontrar,

ganarle al tiempo, para mi será una ilusión, 

para que no se entere, que vengo a hurgar mis recuerdos,

todas las noches, en las calles dejados.

Mi reloj, lentamente se vuelve contra mi obsesión,

y viejas memorias por mi mente comienzan a girar,

y al palparte mi Tulcán.....

me doy cuenta, que nunca te puedo dejar,

MI TULCAN.

Coronando la cima del legendario Guagua Negro,

me invade una indescriptible emoción,

mi cuerpo se inmoviliza,

ese nerviosismo que humedece mis manos,

un escalofrío y esa extraña desesperación,

al verte desde aquí, mi Tulcán.

Desesperado por poderte tocar,

con mi alma poderme reencontrar,

ganarle al tiempo, para mi será una ilusión, 

para que no se entere, que vengo a hurgar mis recuerdos,

todas las noches, en las calles dejados,

Mi reloj, lentamente se vuelve contra mi obsesión,

y viejas memorias por mi mente comienzan a girar,

y al palparte mi Tulcán.....

me doy cuenta, que nunca te puedo dejar.

Con holgura comienzo a caminar,

Una a una tus calles recorrer,

me detengo, el sol en mi cara fuertemente da,

sus casas blancas sirven de espejos,

y sus fachadas devuelven al cielo los reflejos,

aclaran a un viejo epígrafe que sobresaliendo esta,

pongo mi mano en mi ciño, alcanzo a ver,

que con letras de oro escrito esta,

un mensaje, el cual se puede leer,

Hijo mío…. Bienvenido, a tu casa siempre serás.

Al pie del Libertador, me siento alucinado,

no puedo resistir la tentación...

de alzar mi vista y al cielo observar,

ese azul relajante, infinito y profundo,

que vivificante, solo, poderlo extasiar,

y al mismo tiempo, egoísta mi seducción,

que a la luna y a las estrellas, estoy galanteando,

y digo..... que afortunado soy.

Siento en mi cuello, que se posa un frío juguetón,

en mi oreja se pone a murmurar, una ineludible invitación,

“Halado de su mano, los parques visitar”,

Abrir de la gran casona su portón,

que gran insinuación,

ingresar a sus jardines y explorar,

será una ilusión.

Inhalar ese único aroma del ciprés, se podrá,

su savia por mi cuerpo recorrer, se sentirá,

abrir mi mente, se valdrá,

hablar con Franco, se logrará,

todos tus recuerdos, se podarán; y,

auscultar cada una de las trovas escritas,

por Castro, Varela, Fierro y Acosta, sumará,

Quienes ebrios de la belleza de mi Tulcán,

siempre estarán.

Llego a mi barrio, silbando una tonada,

encuentro hermanos y amigos,

se nota de lejos su alegría al saludar,

abrazos sinceros de felicidad, que gusto da,

me rodean con inquietud sin rehuir,

a revivir una fogata de fulgor,

extienden sus manos callosas de valor,

que ayudaron el 26 de mayo reconstruir,

un pasado inmortal que lo eternizaron,

a este mi pequeño terrón.

Alegre y sentado en la vereda,

siento en mi espalda un suave acariciar,

solo un ángel, su dulzura puede osar,

estremecer mi cuerpo con tanta suavidad,

que en mi dorso se pudo posar,

cierro los ojos, ese olor propio, no dejo de percibir,

saco fuerzas y la mano de mi madre logro tomar,

me hinco a sus pies, para su santa bendición pedir.    

falta fuerzas en mis piernas para afrontar,

¡Oh Dios.... tanta felicidad invade mi ser,

que ni su mirada puedo recibir,

las lágrimas impiden a mi madre ver,

con ímpetu a mi padre quiero topar,

su apoyo solicitarle y confirmar,

permita los ojos de mi madre mirar,

y su frente besar...

Y vuelvo a exclamar,

que alegría en mi HOGAR estoy.