UN TRAGO DE AGUARDIENTE

UN TRAGO DE AGUARDIENTE

 

Jorge Mora Varela

 

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Me gusta un buen trago de aguardiente,

como un ritual de bienvenida que me ofrecen mis amigos,

para reverdecer los tiempos idos,

cuando se evocan los mejores retazos de la vida.

 

Me sorprende el aroma de la copa rebosante,

cuando se entrelazan las conversaciones olvidadas,

para continuarla en el mismo punto y con el mismo fervor y,

que permite dejarla en suspenso por otros tantos años.

 

Me complace una copa transparente,

que de vez en cuando me lo toleran los avatares de la vida,

para volver la vista atrás,

sin remordimientos y sin cargas.

 

Me cautiva el fluido generoso,

que brota de una mano amiga,

para celebrar las historias,

entre las muescas imprevistas del destino.

BASTA UNA IDEA

BASTA UNA IDEA

 

Jorge Mora Varela,

presenta una poesía que desnuda la clave del poder de los manipuladores

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Las ideas son la fuerza más poderosa de la que dispone el ser humano,

ellas se atrincheran en los hombres y mujeres,

desde cuando nace la razón y la palabra,

invaden la mente de y se apoderan de la vida,

para volverla parte de su sombra.

 

Detrás de una causa basta una idea, que nos lleva a,

amar sin límites,

odiar sin medida,

a avanzar entre tormentas, o

a impedir el movimiento, aunque estemos libres.

 

Ellas, las ideas, imaginan a los dioses,

inventan los infiernos,

resignifican las reliquias,

atrapan a los pueblos entre muros,

nos clasifican y nos dividen.

Tulcán bajo la lluvia

Jorge Mora Varela, presenta:

 

Tulcán bajo la lluvia

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En este atardecer he debido extrañar,

el placer de caminar bajo la lluvia,

entre los sinuosos senderos,

que llevaban a mi pueblo.

 

Con el amanecer he comenzado a rememorar,

a mis amigos peregrinar bajo la lluvia,

por las calles de mi pueblo,

desde siempre y a perpetuidad.

 

Con el paso de los años me complace recordar,

las figuras cadenciosas y lozanas,

de las mujeres que embellecen,

mi Tulcán bajo la lluvia.

EL CARPINTERO Y LOS DUENDES DE TOCTIUCO

En este año la temporada de lluvia fue larga e intensa, como pocas veces había sucedido; sobre la ciudad llovía casi de manera permanente y su fuerza se incrementaba de improviso. La tempestad venía acompañada con descargas eléctricas que se sucedían con ritmo frenético, esto marcaba en el horizonte un paisaje tétrico y al mismo tiempo cautivante.

Yo estaba solo en casa e intentaba trabajar un texto en mi ordenador, pero parecía una tarea imposible, se sentía un ambiente pesado y un ruido intenso que me incomodaba; de pronto me pareció sentir como que los muebles tenían vida y se movían, en ese instante se me erizó la piel, pero al mirarlos con detenimiento, todo parecía estar normal.

EL CARPINTERO Y LOS DUENDES DE TOCTIUCO

I

En compañía de mi esposa nos dirigíamos al almacén de muebles más exclusivo de la gran ciudad, algunos amigos nos habían comentado que allí se comercializaban unos muebles bellísimos, diferentes, que rompían con las líneas convencionales y que podían embellecer todos los ambientes de la casa de una manera artística.

Allí la oferta de muebles era amplia y maravillosa, fuimos deleitándonos con las exhibiciones, mientras hacíamos cuentas entre nuestras necesidades y el presupuesto exorbitante del lugar exclusivo.

Al salir de la mueblería, me quedé mirando como un grupo de  hombres de pequeña estatura descargaban de un enorme camión un sinfín de muebles, listos para la exhibición, me hice a un lado para permitir que ingresen al local comercial.

YO DECLARO

Yo declaro

Que luego de disfrutar los renglones transgresores,

de Nietzsche, Foucault y Bourdieu,

me permito tomar la libertad,

para poner en entredicho,

los dogmas del cura,

los saberes del maestro,

la sabiduría de mi pueblo;

esos que lucharon con pasión,

para que tatúe en las huellas de mí ser,

los mandamientos del deber y el no poder y me condenaron a: