LA MAFALDA Y YO

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LA MAFALDA Y YO.

 

Yo vengo de los tiempos de Mafalda, de Serrat, de Cabral, de Cortés, de Charly García y tantos otros, con los que aprendí a pensar y a amar la vida, a asumir la finitud de la existencia, a admirar la poesía, a buscar los libros que solo los podían entender unos cuantos; esos que permitían identificar las injusticias y las agresiones que se ocultaban tras de los muros de las mismas casas, los cuarteles, las escuelas y los templos, que se guardaban con tal celo que jamás se debían develar, analizar, denunciar o excluir.

La contracultura de los años 60 del siglo XX inventó otros lenguajes con los que se podía descubrir al mundo y llegar a los jóvenes; que tenían un poder nuevo, irresistible, penetrante y transformador, que venía en forma de caricatura, de canciones, de narrativa, de poesía.

Era otra forma de lenguaje, extraño para los adultos que solo podían decodificar y entender la verdad oficial que venía impresa en los textos de los autores oficiales.

Este nuevo lenguaje tenía un poder demoledor, porque tenía la potestad para destruir los viejos esquemas de creencias y valores tradicionales que habían dominado el mundo occidental por milenios.

“Había que rechazar la sopa de mamá, las niñas debían preocuparse por su formación intelectual, por el planeta, por la manera de proponer las relaciones con los amigos, a mirar su entorno y su país de manera aguda y crítica, a asumir una posición frente a sí mismas, a su familia y frente a los otros, a cuestionar a los noticieros, a escudriñar al universo político, a moverle el piso a los fundamentos de la familia, a amar a papá y dolerse de su esclavitud laboral y a preguntarse ¿por qué mamá no terminó la universidad?, mientras ella realizaba las tareas domésticas…”

Yo vengo de los tiempos de Mafalda y de su lenguaje agudo, inteligente y perspicaz, porque con esta manera de mirar la vida construí la mía.

Yo vengo del mundo de esa pequeña niña que se escapó de las manos de su mismo autor Joaquín Salvador Lavado Quino (1.932 - 2.020), pues él la publicó por un lapso de diez años entre 1.964 a 1.973 y ella se volvió eterna, pasó a formar parte de las personas de la gran familia de lengua hispana y que ella aún debe permear, transformar las mentes de los y las jóvenes que tienen tareas pendientes frente a sí mismas, a su comunidad y al mundo.

Colofón.

La primera prioridad que yo tenía el día que pueda visitar a Buenos Aires era visitarla a La Mafalda, porque yo vengo de los tiempos de ella, de Quino y de la contracultura, ese movimiento que me permitió construir mi vida, con satisfacción y a mi manera y el encuentro con ella fue maravilloso, entrañable y necesario.

 

Gracias Quino por tu Mafalda, tus ideas y por tu vida.

 

 

Jorge Mora Varela

 

Caricatura de Enriqueta y Mafalda