El mundo de Donald Stewart
Luego de un tiempo prudente, desde la partida de mi amigo Donald Stewart, su esposa Carmita, me invitó a elegir cualquiera de sus libros, antes de entregarlos a una biblioteca. Y este gesto me conmovió, porque esto habla de la mutua estima que teníamos con este ser humano admirable y profesional académico a carta cabal, desde los tiempos en que compartíamos vecindario académico en el cuarto piso de la Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura de la PUCE.
Con frecuencia, en el mundo del trabajo las personas, vivimos atrapadas en un sinfín de actividades profesionales, en este caso con las programaciones académicas, con tiempos estrechos para atender la preparación de clases, de pruebas, la corrección de exámenes el ingreso a la plataforma para subir el micro currículo, para registrar la asistencia de los estudiantes, para grabar las clases, para subirlas, para hacer la atención de tesis, las tutorías, los informes, etcétera, etcétera y con frecuencia olvidamos la oportunidad para conocer al ser humano, a la persona, que habita al lado, en este caso en el mundo de la docencia universitaria.