LEAMOS A LOS DESCONOCIDOS

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LEAMOS A LOS DESCONOCIDOS

Debe ser frustrante, desalentador, desesperante e insoportable, ser el eterno suplente de los astros, de las super estrellas, de los Messi, Ronaldo, Neymar, Maradona, Pelé y de aquellos que copan, atrapan y no dejan un resquicio para los que vienen detrás y que con frecuencia se pierden.

Como frustrante, desalentador, desesperante e insoportable ser el invisible de la luz incandescente de los García Márquez, de Isabel Allende, de Neruda, de Cortázar, de Borges, de Víctor Hugo, de Dostoievski, tantos otros, que por siglos copan, atrapan y no dejan un resquicio para los que vienen detrás y que con frecuencia también se pierden.

Cuando en el mundial de fútbol de Chile de 1962, el rey del fútbol Pelé sufrió una lesión, apareció su suplente, "Amarildo", que se convirtió también en una pieza clave y dónde él tuvo la oportunidad de brillar en esta gesta del balompié mundial donde Brasil se coronó campeón.

Es hermoso tener referentes a quien admirar y referenciar, pero no solo ellos. Traigo esta reflexión, porque con frecuencia y creo que, sin mala intención, los lectores, con frecuencia escuchan y adoptan los mismos nombres para leer y releer y nosotros mismos cerramos el espacio a los “Amarildo”, a los que están detrás, a los que trabajan, publican, llenan los estantes o las bodegas de las bibliotecas y nadie los puede descubrir y mueren sin haber podido abrir sus páginas para nadie.

No creo que sea falta de talento, sino por falta de oportunidades, porque es fácil repetir los mismos nombres, los mismos títulos, aunque jamás los hayamos leído, pero los dioses del Olimpo de la literatura no dejan resquicio para los ejércitos de personas que escriben y que no han sido leídos y que podrían ofrecer, otras narrativas, otras maneras de mirar el mundo y de contarlo.

Me gustaría proponer como política, la promoción de una tendencia de lectura: la de los autores desconocidos, la de los que no han recibido aún la oportunidad de ser descubiertos y que duermen en las bodegas de las bibliotecas, públicas y privadas, en los estantes ignorados de los diferentes núcleos provinciales de la Casa de la Cultura ecuatoriana “Benjamín Carrión”, para ampliar el universo de los autores y para que los que quieren contar sus historias o su imaginación también tengan la oportunidad de jugar en la mente de muchas otras personas que podrían conocerlos, disfrutarlos, amarlos y difundirlos como lo hacen con los dioses de la literatura.

 

Jorge Mora Varela