EL MUNDO HA VUELTO AL OSCURANTISMO

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Los argumentos retorcidos, ridículos o traídos de los cabellos, que hacen las personas en contra de las vacunas contra el covid-19 solo confirman que:

EL MUNDO HA VUELTO AL OSCURANTISMO

Es impresionante el rechazo de miles y miles de personas en todo el mundo a la vacunación para prevenir el contagio del covid-19 y aunque los países se esfuerzan en conseguir las dosis de vacuna suficiente, los ciudadanos las ignoran y las rechazan, con los argumentos más disparatados, ridículos, carentes de sustento técnico, científico o médico.

Las personas que manifiestan y defienden estos argumentos se las creen con tal convicción, que no hay nada que hacer; están convencidos a tal punto que es imposible razonar con los hijos del nuevo oscurantismo ciego y fanático, pues solo confían en sus redes sociales, sus líderes políticos, sus religiones y sus pastores o sus curas fanáticos, sus influencers, sus amigos tangibles o intangibles.

Al parecer vivimos en los tiempos de la defensa apasionada de ideas o actitudes irracionales o retrógradas.

Lo curioso es que habitamos en un mundo tecnológico, hiperconectado ¿desarrollado?, y precisamente esa condición de hiperconectividad ha permitido testimoniar la presencia y de la cada vez más evidente oposición sistemática a la difusión del conocimiento, para dar espacio a la especulación, a la validación de las creencias individuales, pobres y vacías, a la conspiración, a la aceptación de la ignorancia, la estupidez individual y colectiva.

El primer oscurantismo se dio con la caída del imperio romano y la invasión de Roma por los pueblos bárbaros alrededor del año 476 después de Cristo y el segundo oscurantismo se da en el siglo XXI, dónde las personas creen lo que quieren y ya no son necesarios los referentes del pensamiento, la razón o la inteligencia.

Basta tener los gadgets de la comunicación y que cada uno crea lo que quiera, por esta razón tienen más espacio los terraplanistas, los agoreros del fin del mundo, los conspiranoicos, los iluminados, los fanáticos religiosos, los fanáticos políticos, los fanáticos o los autistas autoinducidos de forma voluntaria en su “mundo conitos” todo el tiempo a toda hora en todo lugar, sin descanso y temor, todo el día y a toda hora en la pantalla de su celular y no hay nada que se pueda hacer.

Por lo tanto, cerremos las universidades como las conocíamos antes y demos paso a las universidades oscurantistas, es decir a aquellas que minimizan hasta el ridículo el tiempo de aparente estudio, a aquellas que llevan hasta el límite de la permisividad del estudiante, a la que procuran la infantilización de sus clientes, a la de las oportunidades ilimitadas, para que los estudiantes que pagan su permanencia en estos espacios de estar, obtengan su título que es lo que el mundo oscurantista les pide para acreditarse en la vida.

Un cartón que diga que son profesionales, aunque en lo único que sepan es mirar las pantallas de sus dispositivos móviles, que les permiten conocer solo  lo que cada uno quiera, aunque solo sea una serie infinita de “selfis idénticos” logrados en los tiempos que duran su presencia en los locales que suplanten a las antiguas universidades dónde se asistía para aprender algo que se ignoraba, y que en el siglo del nuevo oscurantismo, han sido reemplazados por los lugares, dónde los padres de los chicos pagan para que sus hijos puedan Hibernar el tiempo que sea necesario hasta que los despidan con un cartón que “faccia finta” que saben algo, aunque nadie sepa qué mismo, porque esa es la exigencia del nuevo tiempo de obscuridad en medio de las luces led que, en lugar de aclarar, han oscurecido el nuevo tiempo y el futuro y no se sabe hasta cuándo. Solo recordemos que el primer oscurantismo duró 1000 años.

 

Jorge Mora Varela