ATRAPADO SIN SALIDA

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En mi niñez jugábamos a las estatuas, el juego consistía en tocar a alguien del equipo contrario, en este caso quien era tocado debía permanecer inmóvil, hasta que un compañero también lo toque y lo saque de ese estado de inmovilidad.

Aunque el símil aparezca como absurdo e infantil, esta es la sensación que tengo, parece que las personas, los pueblos, los países estamos a la espera que algo o alguien nos libere y nos permita movilizarnos y podamos seguir el juego frenético de la vida.

 

ATRAPADO SIN SALIDA

 

Coincido con quienes aseguran que vivimos “Tiempos Kafkianos” que se definen porque su continuidad y su final, nadie los puede precisar o señalar.

Permanecer en casa, solo posterga el inevitable encuentro con el virus pandémico y esta medida estuvo bien, siempre y cuando se pudiese disponer de manera casi inmediata de una solución médica masiva para controlar la pandemia, pero la realidad dice que aún NO es posible.

 

Todo el mundo de la medicina científica tiene la misión de encontrar una salida médica adecuada, la carrera para encontrar, cultivar y desarrollar una vacuna apunta a que pueda lograrse a fines del 2020.

Mientras tanto los millones y millones de personas comunes estamos atrapados en el carácter absurdo de un tiempo sin salida, con la disyuntiva de sobrevivir o morir.

La cuarentena solo indica que aún no le damos la cara al virus que nos ha puesto en jaque y las circunstancias de la supervivencia, del trabajo, de las obligaciones en algún momento nos va a poner de frente al contagio personal y por ende de nuestro núcleo de convivencia cercano que por lo general es nuestra familia.

¿Cuánto valor, cuanta desesperación o cuanta ignorancia deben hacer falta para arriesgar nuestra vida o la de las personas que amamos?

No puedo establecer soluciones, rutas de escape o de salida, solo puedo declarar mi impotencia y mi frustración al ser consiente que me encuentro “atrapado sin salida” y con la esperanza que sean otros, lejanos, ajenos y desconocidos los únicos que estén en capacidad de encontrar una solución.

O aceptar que los 7.000’000.000 seres humanos que habitamos la tierra seamos empujados a vivir confinados, o podamos desarrollar la autoinmunidad en un proceso cruel de selección natural, donde sobrevivirán los que se puedan adaptar, los más fuertes o los más jóvenes y los demás estemos condenados a aceptar la levedad de la vida y estar dispuestos a morir o mirar impotentes como desaparecen sin remedio algunas de las personas que amamos.

 

Jorge Mora Varela.